LA NOCHE Y NOSOTRAS

MUJERES EN LA NOCHE

Desde temprana edad asociamos la capacidad de aprender a caminar con el sentido de libertad. Esos primeros pasos alrededor de nuestro primer año de vida son señales de independencia, ese poder que sentimos al ser capaces de explorar el mundo que nos rodea por nosotros mismos. Caminar nos da una sensación de libertad que permanece con nosotros durante toda nuestra vida.

Al comienzo de nuestra vida, seamos niños o niñas, nos animan a aprender a caminar por nuestros hogares y a explorar, con ciertas precauciones, el mundo que se abre a nuestro alrededor. Luego llevamos esos pasos a espacios al aire libre, donde aprendemos a caminar en un ambiente menos controlado y luego a correr, algo que finalmente podemos hacer en espacios compartidos como parques o plazas.

Con el paso del tiempo, esa sensación de libertad inicia a verse diferente dependiendo de nuestro género. Como mujeres, comenzamos a escuchar frases como “no debes caminar sola por la noche”, “debes evitar usar ropa provocativa”. Esas frases pueden ser más o menos extremas entre países como resultado de construcciones sociales que luego se traducen en normas y límites.

UNA HISTORIA COMPARTIDA

En mi juventud comencé a ser consciente de esa diferencia entre mujeres y hombres. Al principio, no estaba segura si ese sentimiento era solo mi propia construcción, por mi timidez o por el hecho de crecer en un colegio católico donde las normas eran muy claras sobre “cómo debe comportarse correctamente una dama”, refiriéndose a no dar su opinión si no se la pedían, no hablar, no ser tan ruidosa o exigente, y entre todos esos “NO”, no salir sola durante la noche.

Pero luego descubrí que el miedo a la noche era un sentimiento compartido. Ese sentimiento se volvió recurrente en los comentarios de amigas cercanas y otras mujeres que conocí a lo largo de mi camino. Y más recientemente, en palabras de otras mujeres que aunque no conozco en persona, puedo conectar con sus sentimientos al leer sus historias en una encuesta piloto que hice, tratando de indagar más profundamente sobre las raíces de ese sentimiento compartido. Después de todo, la mayoría de nosotras fuimos instruidas con ese miedo a la noche y en una cultura lista para hacer comentarios excluyentes hacia las mujeres que se atrevieran a disfrutar de la noche.

Visualización de datos de la respuesta a la pregunta: Define en una palabra el primer sentimiento que viene a tu mente, cuando exploras una ciudad durante la noche

Incluso mujeres a las que admiro profundamente por su sentido de libertad y empoderamiento, como Michelle Obama, han hablado de ese sentimiento. En su libro “Becoming”, ella escribió “sabía que nunca debía caminar sola durante la noche” refiriéndose a sus primeros pasos de libertad al caminar y encontrar su propio espacio en la ciudad de Chicago cuando era una adolescente. En esa parte del libro, ella también habla de esa necesidad de evitar a los grupos de hombres y sus miradas intimidantes. Pasos como tantos otros que se supone debemos seguir para no estar expuestas en la noche urbana.

TAN INVISIBLES COMO SEA POSIBLE

Después de un tiempo de explorar ese sentimiento conjunto de miedo y mis propios sentimientos, llegué a la conclusión que, como mujeres hemos estado tratando de ser lo más invisibles que se pueda durante la noche urbana. Quizás como un sentido de autoprotección. Una forma de recordar esas normas de comportamiento que la sociedad nos ha impuesto, todas estas, para evitar el acoso, porque sabemos que si nos atacan, la sociedad nos va a culpar por provocar estas situaciones, esto es algo que continuamente vemos en nuestro contexto.

Me di cuenta que la forma en que nos movemos, la velocidad de nuestros pasos, las emociones que ponemos en los recorridos urbanos, de repente se volvieron controlados y supervisados por ojos externos cuando somos mujeres. Y esos ojos están preparados para juzgarnos si algo desafortunado nos pasa. Con esta situación, como mujeres, tomamos conciencia que nuestro género, esa construcción social, en lugar de incluirnos o integrarnos a la sociedad, ha contribuido a limitar nuestra interacción con los espacios públicos debido a esos prejuicios.

Me di cuenta que la forma en que nos movemos, la velocidad de nuestros pasos, las emociones que ponemos en los recorridos urbanos, de repente se volvieron controlados y supervisados por ojos externos cuando somos mujeres.

Entonces, ¿qué sucede cuando esa señal básica de libertad parece disminuida por los patrones culturales y limita la forma en que las mujeres exploran los entornos al aire libre en comparación con los hombres? ¿Por qué nuestras posibilidades de explorar el mundo deberían verse afectadas solo porque somos mujeres? Parece que si somos mujeres nos vemos obligadas a pasar el tiempo en casa cuando comienza la noche, si queremos sentirnos seguras.

ENCONTRANDO NUESTRO ESPACIO EN LA NOCHE

Desde mi propia experiencia, creo que no debemos permitir que la sociedad determine la forma en que exploramos nuestras ciudades. Como mujeres, pertenecemos a la noche urbana tanto como los hombres. Podemos participar activamente en la construcción urbana, no solo en la física, sino en el imaginario urbano. No debemos cohibirnos de tomar esa clase que tanto nos gusta, solo porque es en la noche, y tenemos demasiado miedo de caminar solas durante la noche. Una mujer debe sentirse tan segura como se siente un hombre. No debemos dejar de disfrutar de esa película o evento cultural por la noche, por ningún motivo.

Podemos participar activamente en la construcción urbana, no solo en la física, sino en el imaginario urbano.

Realmente creo que la experiencia de haber viajado sola y haber podido disfrutar de la noche en una ciudad en el extranjero cuando tenía 19 años, en un lugar donde la sociedad no era tan conservadora como la mía, me dio ese sentido de libertad que me permitió moverme con más confianza en mis 20s. Aprendí que podía inscribirme a ese taller de escritura creativa que tanto quería hacer, que podía ir a tomar esas copas en el bar cerca de casa aunque estuviera sola y no conociera a nadie. Tuve la suerte de descubrir esas oportunidades, que me abrieron por completo el sentido a nuevas posibilidades.

Con esto quiero invitarlas a encontrar su espacio en la noche urbana. Sientanse libres de elegir la noche como un momento para tomar esas clases que tanto quieren, para aplicar a ese trabajo que realmente disfrutan o simplemente para divertirse. Como sociedad, debemos dejar de culpar a las mujeres por ser agredidas o por atreverse a disfrutar de las ciudades durante la noche, y en cambio promover ciudades más inclusivas, con menos limitaciones y más oportunidades. Debemos alentar a las niñas y mujeres a que encuentren su propio camino, su propio lugar, y se sientan libres de hacerlo en la noche urbana guiadas por su propia luz.

Viajera nocturna

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THE NIGHT-TIME AND US

WOMEN AT NIGHT

Since we are children we associate the ability to learn walking with a sense of freedom. Those early steps around our first year of life are the signals of independence, that power of being able to explore the world around us by ourselves. Walking gives us a sense of freedom that stay with us during our whole life. 

At the beginning of our life, no matter if we are boys or girls we are encouraged to learn to walk through our homes and explore, with certain precautions, the world that opens around us. Then we carry those steps to the outdoor environments where we learn to walk in a less controlled environment, and after that to run, which we can finally do in shared spaces such as parks or squares. 

With the past of the time, that sense of freedom starts to look different because of our gender. As women, we start to hear statements as “you should not walk alone at night outside” “You have to avoid wearing provocative clothing”. Those statements can be more or less extreme between countries as a result of social constructions that translate in norms and boundaries.

A SHARED STORY

Around my youth, I started to be aware of that difference between women and men. In the beginning, I was not sure if that feeling was just my own construction because of my shyness or the fact that I grow up in a catholic school where the norms were very clear about “how a lady should properly behave”, referring to not to give her opinion if this was not asked, not to speak up, not to be so noisy or demanding, and among all those “NOTs”, not to go out outside alone at night.   

But, then I discovered that the fear to the night was a shared feeling. That feeling became recurrent in the comments of close friends, and other women that I met along my journey. And more recently, in the words of other women that even though I do not know in person, I could connect with their feelings when I read their stories in a pilot survey I did, trying to dig more deeply into the roots of that shared feeling. After all, most of us were raised with that fear to the night and in a culture which statements exclude women of enjoying the nighttime and which is prepared to judge us if we dare do it.

Data visualization of the answers to the question: Define in one word the first feeling that comes to your mind, when you explore a city at night

Even women which I deeply admire because of their sense of freedom and empowerment, like Michelle Obama, have spoken about that feeling. In her book Becoming, she wrote “I knew never to walk alone at night” referring to her first steps of freedom walking and finding her own space through Chicago’s city when she was a teenager. In that part of the book, she also talks about that need of avoiding groups of men and their intimidating stares. Steps like so many others that we are supposed to follow in order not to be exposed in the urban night.

AS INVISIBLE AS POSSIBLE

After a while of exploring that shared feeling of fear and my own feelings, I came to the conclusion, that as women we have been trying to be as invisible as possible in the urban night-time. We use this as a sense of self-protection; as a way to remember those behavioural norms that society has imposed upon us, in order to protect us from harassment, an also because we know if we are attacked, society is going to blame us for provoking these situations, this is something we continually see in our context.

I became aware, that the way we move, the speed of our pace, the emotions we put in the urban journeys suddenly became controlled and supervised by external eyes when we are women. And those eyes are prepared to judge us if a misfortune happens to us. With this situation, as women, we become aware that our gender, that social construction, instead of including or integrating us into society, has contributed to limit our interaction with public spaces due to those prejudices.

I became aware, that the way we move, the speed of our pace, the emotions we put in the urban journeys suddenly became controlled and supervised by external eyes when we are women.

So, what happens when that basic signal of freedom seem diminished by cultural patterns and limits the way women explore outdoor environments compared with men? Why should our possibilities of exploring the world should be affected just because we are women? It seems that if we are women we are forced to spend the time indoors when the night begins if we want to feel secure.

FINDING OUR OWN SPACE IN THE NIGHT-TIME

From my own experience, I believe we should not let society determine the way we explore our cities. As women, we belong to the urban night as much as men. We can actively participate in urban construction, not just the physical one, but the urban imaginary. We should not stop ourselves from taking that class we love just because it’s at night, and we are too afraid of walking alone at night. A woman should feel as safe as a man feels. We should not be kept from enjoying that movie, or cultural event at night, for any reason. 

As women, we belong to the urban night as much as men. We can actively participate in urban construction, not just the physical one, but the urban imaginary.

I certainly believe that the experience of travelling alone and being able to enjoy the night in a city abroad when I was 19, in a place where society was not as close-minded as mine gave me the sense of freedom that allowed me to move with more confidence in my 20s. I learned that I could sign up for that creative writing workshop I really wanted to do, that I could go for those drinks out in the bar on my way home even though I was alone and did not know anyone. I was lucky enough to discover those opportunities, which completely opened my sense to new possibilities.

With this, I want to invite you to find your space in the urban night-time. Feel free to choose the night as a moment to improve your educations skills, to take that job you really enjoy or just to have fun. As a society, we should stop blaming women for being attacked or for daring to enjoy the cities at night, and in change promote more inclusive cities with fewer limitations and more opportunities. Girls and women should be encouraged to find their own way, their own place, and feel free to do it at the urban night-time guided by their own light.

Night-time traveller

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