SANTA MARTA: NOCHES REFLEJADAS

EL MAR

El mar ha sido para mí ese lugar mágico donde encontrar la calma. Es extraño sentir una conexión tan profunda con este elemento, cuando la mayor parte de mi vida he vivido en el interior de Colombia, rodeada de altas montañas y paisajes verdes. Muy lejos del sonido del mar, de su olor y de sus colores. 

Tal vez esa situación, me ha llevado a elegir ciudades costeras o rodeadas por grandes cuerpos de agua, cuando he tenido la oportunidad de vivir fuera de Colombia. Creo que es esa necesidad por estar cerca del agua y por recorrerla, lo que me ha impulsado a moverme entre ciudades, cada vez que he tenido la oportunidad de hacerlo. De ahí que mi último viaje a Santa Marta surgió por un impulso, una necesidad interior de volver a escuchar el mar.

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Costa de Santa Marta durante el atardecer

La primera vez que visité Santa Marta fue en carro. Fue toda una travesía y uno de esos viajes típicos que hacen las familias de clase media del interior de Colombia. El infaltable viaje a la costa. Recuerdo que era la primera vez que hacíamos un viaje largo con mis abuelos. A pesar de habernos varado dos veces en el camino y de todos los percances en los planes, es de los recuerdos más lindos que tengo de mi niñez.

SANTA MARTA

Entre ese primer viaje y mi última visita a Santa Marta, mi percepción de los viajes ha cambiado bastante. Recuerdo esa niña que buscaba refugio en sus padres y abuelos, para no perderse entre la multitud de un lugar completamente desconocido. Ahora es una mujer que busca excusas para caminar por las calles sin rumbo fijo, sólo siguiendo las fachadas coloridas y pequeños cafés que llaman su atención. Siempre buscando escapar de la rutina, para descubrir un nuevo rumbo.

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Carrera 3, Calle de sombrillas en Santa Marta – Noche

En los últimos viajes he tomado la costumbre de leer sobre los lugares que visito y comprar libros en librerías locales de esas ciudades. Siento que los relatos de esas otras personas le dan una mayor profundidad a mi experiencia durante los viajes. Esta búsqueda me llevó al libro “El Desafío de las Luciérnagas”.

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Fachada de la librería Grupo Andes durante la noche – Santa Marta

En este libro su autora, Polidora Gómez, narra que “el escape es el mar…”. Esta frase resonó de manera profunda en la conexión que tengo con esos recuerdos de perder la noción del tiempo mientras escucho el sonido fresco y profundo del mar. Mientras veo cómo ese horizonte entre el mar y el cielo se vuelve el infinito. Mientras escucho conversaciones de lugareños durante las caminatas por el malecón de Santa Marta. Mientras los colores rojizos se apoderan del paisaje de esta ciudad al atardecer.

LA NOCHE EN EL MALECÓN

Una nueva parte de Santa Marta despierta al caer el atardecer. Aunque la mayoría de personas van a la costa a aprovechar las horas de sol y los momentos más calurosos del día, yo encuentro reconfortante la brisa fresca del mar, ese aire que recuerda que ya llega la noche. Un momento menos caluroso, pero aún con el calor suficiente para disfrutar de una caminata tranquila y pausada por sus calles. 

Este momento del día, trae a mi memoria la imagen del Malecón. Durante los últimos rayos del sol, el cielo viste de cálidos colores contrastados con el intenso azul del mar. Cuando cae la noche, el azul profundo del cielo se mezcla con la oscuridad del mar y no quedan más que los reflejos del agua, para ayudarnos a distinguir el límite que hay entre el mar y el cielo.

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Parque “Camellón Rodrigo de Bastidas” durante la noche – Santa Marta

La noche en el malecón es una mezcla entre el sonido del mar y las conversaciones de locales. Entre la música que va y viene en tandas desde algunos kioscos y desde la chiva, que no puede faltar con sus luces de discoteca, para ambientar de color y melodía la vía paralela al mar.

“SIEMBRA DE HISTORIAS”

Este es el nombre que Polidora Gómez le da a una de las secciones de su libro de poesía “Desafío de las Luciérnagas”. Leyendo las palabras de Polidora encuentro capas profundas de experiencias, que me llevan a relatos sentidos de una tierra que ha visto desde la felicidad más embriagante, hasta el dolor más desgarrador. Este nombre, “siembra de historias” me hace pensar en aquellas historias que se plantan durante el día y sólo florecen en la noche.

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Calles de Santa Marta durante la noche – Centro de Santa Marta

Creo que la noche muchas veces nos acoge en su sombra, para darnos el permiso de hacer lo que no nos atrevemos durante el día. Y es por esto, que en muchas ciudades la noche es de extremos. Desde espacios que irradian sonidos y luces de fiesta, hasta lugares completamente deshabitados. En muchas ciudades, parece que la noche no tiene esos escenarios intermedios que posee el día. Los momentos de calma, contemplación y recreación pocas veces se viven durante la noche.

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Calles de Santa Marta durante la noche – Centro de Santa Marta

En Santa Marta caminé por calles vivaces llenas de luces de colores y gente, para encontrar a unas pocas cuadras, calles desoladas en las que se confunden las sombras de arbustos, con las de personas que encuentran en las calles la única forma de tener un lugar en el cual dormir. Aunque Santa Marta presenta estos extremos, también ha tenido la habilidad de crear los escenarios intermedios. 

“¿QUÉ TIENE LA NOCHE?”

Carlos Vives es uno de los cantantes más reconocidos en Colombia y tiene una canción que se llama “¿Qué tiene la noche?”. Esta canción despierta en mí, una mezcla de sentimientos entre la conexión con el ambiente cálido de la costa, a través del sonoro sentir de su melodía y la magia que tiene Bogotá, esta ciudad en la que ahora vivo, que ha pesar de su caos y meses lluviosos, encuentra maneras de inspirarme.

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Calles de Santa Marta durante la noche – Centro de Santa Marta

A diferencia de Bogotá, en Santa Marta encuentro esos escenarios intermedios durante la noche, que no he podido vivir en Bogotá. No estoy segura si esto se debe al clima, la cultura de la gente, la escala de la ciudad o la mezcla de todos estos factores. En Santa Marta, me sorprendió encontrar espacios urbanos como el malecón, con tanta vitalidad urbana durante la noche.

Una vitalidad que no tiene que ver con la fiesta ni el bullicio. El malecón de Santa Marta tiene espacios para caminar tranquilamente al borde del mar y para contemplar la noche desde las bancas que se extienden a lo largo del parque lineal. También, cuenta con espacios de juegos para niñas, niños y personas adultas, donde las familias locales disfrutan durante la noche. A este escenario se añaden algunos comercios locales que dinamizan la noche urbana.

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Parque “Camellón Rodrigo de Bastidas” durante la noche – Santa Marta

Además, cuenta con actividades como el festival de cine al mar, en el que el espacio público se convierte en el escenario para proyectar películas y realizar conversatorios. Estas propuestas, no sólo permiten tener una noche diversa, sino que prolongan el uso del espacio público y así el acceso de su población a nuevas formas de recreación.

VIVIR LA NOCHE

Luego de haber pasado varias noches en Santa Marta, encontré en esta ciudad un lugar en el que me sentí libre de disfrutar la noche. Me sentí acogida por una noche mucho más amable de la que estoy acostumbrada en Bogotá. Aunque Santa Marta sigue teniendo zonas contrastadas entre bullicio y soledad, esta ciudad le ha apostado a escenarios intermedios para la vida urbana durante la noche.

Aunque Santa Marta sigue teniendo zonas contrastadas entre bullicio y soledad, esta ciudad le ha apostado a escenarios intermedios para la vida urbana durante la noche.

Caminar por el malecón entre personas de diferentes edades, que habitan el espacio público de manera recreativa, me hizo sentir segura. Volví a caminar tranquila, dándome tiempo para escuchar el mar y sentir la brisa refrescante de la noche. Experimenté una sensación de libertad y seguridad al estar rodeada de personas, que aunque fueran extrañas, me acompañaron en mi viaje.

Al final me sentí más bienvenidao por las noches en Santa Marta de lo que jamás me he sentido por las noches en Bogotá, después de más de una década de vivir allí. Entonces, ¿qué tiene la noche de Santa Marta que no tenga la de Bogotá?

Viajera nocturna

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SANTA MARTA: REFLECTED NIGHTS

THE SEA

For me, the sea has been a magical place where I can find calm. Feeling such a deep connection with the water is curious, when most of my life I have lived in the interior of Colombia, surrounded by high mountains and green landscapes. A place very far from the sound of the sea, its smell and its colors.

Perhaps that situation has led me to choose coastal cities and cities surrounded by large bodies of water, when I have had the opportunity to live abroad. I think it is the need to be close to the water, which has driven me to move between cities whenever I have the opportunity to do so. Hence, my last trip to Santa Marta arose from an impulse, an inner need to get in touch with the sea again.

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Santa Marta’s coast during the sunset

The first time I visited Santa Marta was by car. That journey was one of those typical trips made by middle-class families from the interior of Colombia. The must-go trip to the coast. I remember that was the first time we took a long trip with my grandparents. Despite having run aground twice along the way, and all the mishaps in the plans, that trip is one of the most beautiful memories I have of my childhood.

SANTA MARTA

Between that first trip and my last visit to Santa Marta, my perception of traveling has changed quite a bit. I remember that girl who sought refuge in her parents and grandparents, too afraid to get lost in the crowd of a completely unknown place. She is now a woman looking for excuses to wander the streets aimlessly, only following the colorful facades and small cafes that catch her eye. She is always looking to escape the routine, to discover a new journey.

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Carrera 3, street of umbrellas in Santa Marta – Nighttime

In recent trips I have taken the habit of reading about the places I visit and buying books in local bookstores in those cities. I feel that the stories of these other people give a greater depth to my experience during the trips. This search led me to the book “El Desafío de las Luciérnagas” (“The Firefly Challenge”).

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Facade bookstore Grupo Andes during nighttime – Santa Marta

In this book, its author, Polidora Gómez, narrates that “the escape is the sea…”*. This phrase resonated deeply with those memories I have of losing track of time, while listening to the fresh and deep sound of the sea. While I see how that horizon between the sea and the sky becomes infinity. While I listen to conversations of locals during the walks along the boardwalk of Santa Marta. While the reddish colors take over the landscape of this city at sunset.

THE NIGHT IN THE PIER

A new part of Santa Marta wakes up at sunset. Although most people go to the coast to take advantage of the sunny hours and the hottest moments of the day, I find the cool breeze from the sea comforting, that air that reminds us that night is coming. A less hot moment, but still hot enough to enjoy a calm and leisurely walk through its streets. 

This moment of the day brings to my memory the image of the pier. During the last rays of the sun, the sky wears warm colors contrasted with the intense blue of the sea. When night falls, the deep blue of the sky mixes with the darkness of the sea and only the reflections of the water remain, to help us distinguish the limit between the sea and the sky.

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“Camellón Rodrigo de Bastidas” park during nighttime – Santa Marta

The night on the pier blends between the sound of the sea and the conversations of locals. Between the music that comes and goes in batches from some kiosks and from the “chiva”, that cannot be missed with its disco lights, to set the road parallel to the sea with color and melody.

“SEEDING STORIES”

This is the name that Polidora Gómez gives to one of the sections of her poetry book “Desafío de las Luciérnagas” (“Firefly Challenge”). Reading Polidora’s words, I find deep layers of experiences that lead me to heartfelt stories of a land that has seen everything from the most intoxicating happiness to the most heartbreaking pain. This name, “seeding stories” (“siembra de historias”) makes me think of those stories that are planted during the day and only bloom at night.

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Santa Marta’s streets during nighttime – City center

I believe the night often welcomes us in its shadow, to give us permission to do what we don’t dare during the daytime. And this is why in many cities the night is between extremes. From spaces that radiate party sounds and lights, to completely uninhabited places. In many cities, it seems that the night does not have those intermediate scenarios that the daytime has. Moments of calm, contemplation and recreation are rarely experienced at night.

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Santa Marta’s streets during nighttime – City center

In Santa Marta I walked through lively streets full of colored lights and people, to find a few blocks away, desolate streets in which the shadows of bushes are confused with those of people who find in the streets the only place in which to sleep. Although Santa Marta presents these extremes, this city also has had the ability to create the intermediate scenarios.

"WHAT DOES THE NIGHT HAVE?"

Carlos Vives is one of the most recognized singers in Colombia and has a song called “What does the night have?”* (“¿Qué tiene la noche?”). This song awakens in me a mixture of feelings between the connection with the warm atmosphere of the coast, through the sonorous feeling of its melody and the magic that Bogotá has. This city in which I now live, which despite its chaos and rainy months, finds ways to inspire me.

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Santa Marta’s streets during nighttime – City center

Unlike Bogotá, in Santa Marta I find those intermediate scenarios during the night, which I have not been able to experience in Bogotá. I’m not sure if this is due to the climate, the culture of the people, the scale of the city or a mixture of all these factors. In Santa Marta, I was surprised to find urban spaces like the pier, with so much urban vitality at night.

A vitality that has nothing to do with the party or the hustle and bustle. Santa Marta’s pier has spaces to walk quietly by the sea and to watch the night from the benches that extend along the linear park. Also, it has playgrounds for girls, boys and adults, where local families enjoy at night. Added to this scenario are some local businesses that make the urban night more dynamic.

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“Camellón Rodrigo de Bastidas” park during nighttime – Manhattan

In addition, it has activities such as the film festival to the sea, in which the public space becomes the stage to project films and hold talks. These proposals not only allow for a diverse night, but also prolong the use of public space and thus the access of its population to new forms of recreation.

LIVE THE NIGHT

After spending several nights in Santa Marta, I found in this city a place where I felt free to enjoy the night. I felt welcomed by a much friendlier night than I am used to in Bogotá. Although Santa Marta continues to have contrasting areas between bustle and loneliness, this city has bet on intermediate scenarios for urban life at night.

Although Santa Marta continues to have contrasting areas between bustle and loneliness, this city has bet on intermediate scenarios for urban life at night.

Walking along the pier among people of different ages, who dwell in the public space in a recreational way, made me feel safe. I went back to walking calmly, giving myself time to listen to the sea and to feel the refreshing breeze at night. I experienced a feeling of freedom and safety being surrounded by people, who even if they were strangers, accompanied me on my journey . 

 

In the end, I felt more welcomed at night in Santa Marta than I have ever felt at night in Bogotá, after more than a decade of living there. So, what does the night of Santa Marta have that Bogotá’s doesn’t?

Night-time traveller

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NUEVA YORK: “HIGH LINE PARK”

CAMBIANDO EL PROPÓSITO DE LOS ESPACIOS

La noche trae una sensación de intimidad a quien se atreve a buscarla. Esa fue la sensación que tuve cuando visité el High Line Park por segunda vez. Una percepción más íntima y bastante diferente a la primera vez que caminé allí. La luz y la oscuridad brindan emociones contrastadas sin importar que los espacios en los que las vivimos sean los mismos.

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Anfiteatro de noche, 10th Avenue Square y Overlook en 17th St – High Line Park

La primera vez que visité este parque lineal, comencé mi caminata en el Bajo Manhattan en el Meatpacking District. Ese día, yo estaba disfrutando de una hermosa tarde de verano. El lugar estaba lleno de gente caminando en ambas direcciones. En ese momento, me sentí en la escena idílica vendida en el típico anuncio sobre la ciudad de Nueva York. Una escena en la que cualquier persona puede disfrutar de la bonanza de Nueva York sin importar de dónde viene o quién es.

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Anfiteatro de día, 10th Avenue Square y Overlook en 17th St – High Line Park

En mi camino, me crucé con lugareños acostados en bancos disfrutando de una tarde de domingo y grupos de turistas tomando fotos de los edificios de renombre. A medida que avanzaba encontré hermosos rincones del paisaje de Manhattan, que sólo se pueden percibir desde las pasarelas elevadas de las antiguas vías del tren.

LUEGO DEL OLVIDO

Actualmente, este parque lineal se ha convertido en uno de los miradores más interesantes de Nueva York. Este cambio ha sido notable, ya que este espacio estuvo abandonado desde los años 80 hasta principios de los 2000. Este es el ejemplo perfecto de cómo los lugares olvidados pueden aportar vitalidad a la vida urbana de las ciudades de nuevo.

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Arte urbano de Manhattan visto desde el High Line Park – Noche

El High Line Park se extiende paralelo al río Hudson desde el Meatpacking District hasta el Vessel en Hudson Yards. Esto se traduce en más de 2 kilómetros de parque lineal bordeando el distrito de Manhattan. Esa extensión combinada con una vista elevada de la ciudad, son la mezcla perfecta para una intervención urbana exitosa y un lugar ideal para disfrutar de la ciudad desde una plataforma elevada a un poco más de 9 metros de altura.

Mientras caminaba, pude ver y escuchar el río desde la distancia, admirar increíbles perspectivas de amplias calles en Manhattan, apreciar edificios icónicos como la única construcción realizada en Nueva York por la reconocida arquitecta Zaha Hadid ubicada en 520 W 28th Street y también, tener una excelente vista del arte callejero emblemático de Nueva York.

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High Line Park durante la noche – Manhattan

Esta plataforma elevada se puede describir como un museo a cielo abierto. Este museo presenta una exhibición de piezas urbanas icónicas, que incluyen algunos elementos originales de las vías del tren, mientras caminas a través de diversas especies de plantas que se armonizan con el paisajismo.

CAMBIO DE PERSPECTIVA

Una semana después de mi primer paseo, decidí ver el High Line Park durante la noche. Ya que en ese momento estaba trabajando como pasante en el estudio que hizo el diseño de iluminación de este lugar, L’Observatoire, quería vivir la experiencia de estar en un espacio público que había sido diseñado a propósito, para brindar a los usuarios una experiencia urbana nocturna.

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High Line Park durante la noche – Manhattan

Antes de mi visita, había visto algunos dibujos y leído sobre el concepto del proyecto. En ese texto, los diseñadores explican cómo el diseño de iluminación en este proyecto se había centrado en el plano inferior. Esto significa que las luminarias se ubican a la altura de las caderas de una persona promedio hasta el piso. Así puedes encontrar luz integrada en bancos, pasamanos y entre algunos arbustos a lo largo del camino.

Mi experiencia cuando caminaba por la pasarela durante la noche, fue que en gran parte del camino, los rostros de las personas se desvanecían entre las sombras. En general, la iluminación estaba dirigida al suelo dando al parque un ambiente cálido y suave. Esto me trajo una sensación de intimidad opuesta a la que sentí durante el día. Esa primera noche, a pesar de que el lugar estaba lleno, tuve una sensación de anonimato al saber que mi rostro tampoco podía ser notado.

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High Line Park durante la noche – Manhattan

Mientras continuaba explorando el High Line, seguí experimentando lugares donde los rostros de las personas se desvanecían y otros lugares donde sus rostros aparecían nuevamente, esta vez teñidos por el color de la luz proveniente de las fachadas circundantes. Esa fue una forma interesante de interactuar con extraños. Estaba inmersa en un corredor donde sus rostros desaparecían y aparecían a medida que caminaba.

“VER Y SER VISTA”

“Ver y ser vista” es el segundo de los “Principios del Trabajo de las Ciudades” desarrollado por la Ciudad de Montreal. Este es un principio que experimenté vívidamente en el High Line Park. Mientras caminaba por la pasarela, sentí una especie de anonimato que me hizo sentir extrañamente cómoda, mientras caminaba sola durante la noche. Aunque mi anonimato también significaba el anonimato de otras personas, de igual forma me sentí segura en ese lugar.

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High Line Park durante la noche – Manhattan

Si bien, en general, poder identificar las caras de las personas me da una sensación de seguridad, especialmente en los espacios públicos, en el High Line Park la luz reflejada de las fachadas y del interior de algunos edificios fue suficiente para que me sintiera cómoda mientras caminaba por el sendero. La transición entre las secciones más iluminadas y más oscuras del parque lineal era lo bastante suave para que mis ojos se ajustaran sin problemas entre ellas.

Para mí, la percepción de seguridad estaba conectada con la presencia de otras personas en este espacio. Como mencionó Jane Jacobs sobre la vigilancia urbana con su concepto de “ojos en las calles”, la percepción de seguridad se basa en cómo podemos confiar en las demás personas y cómo percibimos un espacio. Esta idea de poder obtener ayuda de otras personas en caso de que me sienta incómoda o amenazada siempre fortalece mi percepción de seguridad, sin importar dónde me encuentre.

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High Line Park durante la noche – Manhattan

Después de muchos años, tomé conciencia de todos esos pensamientos y pasos que doy antes de disfrutar de los espacios públicos durante la noche. Estos son mecanismos de defensa personal que he aprendido y desarrollado con el paso del tiempo y sé que muchas niñas y mujeres también lo hacen. Al final, si bien la configuración física de los espacios urbanos contribuye a tener ambientes más amigables para las mujeres, los principales desafíos siguen siendo los socioculturales.

MUJERES Y LA NOCHE

Después de reflexionar un poco sobre mi experiencia explorando ciudades durante la noche, la gran diferencia que encuentro caminando de noche en la ciudad en la que vivo actualmente, Bogotá, y otras ciudades en el extranjero como Nueva York, es que en estas últimas hay más mujeres caminando y habitando la noche. Definitivamente, me reconforta la presencia de otras mujeres en los espacios públicos.

…me reconforta la presencia de otras mujeres en los espacios públicos….No importa si conozco o no a esas mujeres, el simple hecho de su presencia me hace sentir más segura.

No importa si conozco o no a esas mujeres, el simple hecho de su presencia me hace sentir más segura. Es por esta situación que me he sentido más a gusto en ciudades extranjeras durante la noche, que en mi propia ciudad. Espero algún día poder tener esa misma sensación de libertad en la ciudad que habito a diario.

Viajera nocturna

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NEW YORK: “HIGH LINE PARK”

REPURPOSING SPACES

The night brings a sense of intimacy to those who dare to seek it. That was the feeling I got when I went to High Line Park for the second time. A more intimate perception and quite different from the first time I walked there. Light and darkness provide contrasting emotions regardless of whether the spaces in which we live those emotions are the same.

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Amphitheater at nighttime, 10th Avenue Square & Overlook at 17th St – High Line Park

The first time I visited this linear park, I started my walk in Lower Manhattan at the Meatpacking District. That day I was enjoying a beautiful summer afternoon. The place was full of people walking in both directions. At that moment, I felt the idyllic scene sold in the typical advertisement about New York City. A scene where anyone can enjoy New York’s bonanza no matter where they come from or who they are.

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Amphitheater at daytime, 10th Avenue Square & Overlook at 17th St – High Line Park

On my way, I crossed paths with locals laying on benches enjoying a Sunday afternoon and groups of tourists taking pictures of the renowned buildings. As I went, I found beautiful corners of the Manhattan landscape that can only be seen from the elevated walkways of the old train tracks.

AFTER FORGOTTEN

Nowadays, this linear park has become one of the most interesting viewpoints in New York. This change has been remarkable, since this space was abandoned from the 80s until the beginning of the 2000s. This is the perfect example of how forgotten places can bring vibrancy to cities’ urban life again.

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Manhattan’s street art seen from the High Line Park – Nighttime

The High Line Park extends parallel to the Hudson River from the Meatpacking District until the Vessel at Hudson Yards.

This translates into more than 2 kilometres of a linear park bordering Manhattan’s borough. That extension combined with an elevated view of the city is the perfect mix for a successful urban intervention and an ideal place to enjoy the city from an elevated platform 30 feet high.

As I went on my walk, I was able to see and hear the river from the distance, admire incredible perspectives of open roadways in Manhattan, appreciate iconic buildings as the only construction made in New York by the renowned architect Zaha Hadid located at 520 W 28th Street and also, to have a great look of New York emblematic street art.

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High Line Park during nighttime – Manhattan

This elevated platform can be described as an open-sky museum. This museum presents an exhibition of iconic urban pieces, including some original elements of the train tracks, while walking through various plant species that are harmonised with landscaping.

CHANGING PERSPECTIVES

A week after my first ride, I decided to check out  High Line Park at night. Since at the time I was working as an intern at the studio that did the lighting design for this place, L’Observatoire, I wanted to experience being in a public space that had been purposefully designed to give users a nocturnal urban experience.

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High Line Park during nighttime – Manhattan

Previously to my visit, I had seen some drawings and read about the concept of the project. In that text, designers explained how the lighting design in this project had been focused on the lower plane. This means lighting fixtures are located at the height of the hips of an average person to the floor. So you can find light integrated into benches and railings and placed among some shrubbery along the path.

My experience when I was walking the catwalk during the night was that for much of the way people’s faces faded away among the shadows. In general, the lighting was directed at the ground giving the park a warm and soft atmosphere. This brought me a sense of intimacy opposite to what I felt during the daytime. That first night, even though the place was crowded, I felt a sense of anonymity knowing my face couldn’t be noticed either.

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High Line Park during nighttime – Manhattan

As I continued exploring the High Line, I kept experiencing places where people’s faces faded away and other places where their faces appeared again tinted by the colour of the light coming from the surrounding facades. That was an interesting way of interacting with strangers. I was immersed in a corridor where their faces vanished and appeared as I walked.

“SEE AND BE SEEN”

“See and be seen” is the second of the “Principles of Cities Work” developed by The City of Montreal. This is a principle that I experienced vividly at  High Line Park. As I walked through the catwalk, I felt some kind of anonymity that made me feel strangely comfortable, while walking alone at night. Although my invisibility also meant other people’s invisibility, I also felt safe in that place.

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High Line Park during nighttime – Manhattan

Even though, in general, being able to identify people’s faces gives me a sense of security, especially in public spaces, in High Line Park the reflected light from the facades and the interior of some buildings was enough to make me feel comfortable walking along the path. The transition between the lightest and darkest sections of the linear park was smooth enough for my eyes to adjust smoothly between them.

For me, the perception of safety was connected to the presence of other people in this space. As Jane Jacobs mentioned about urban surveillance with her concept of “eyes on the streets”, the perception of security is based on how we can rely on others and how we perceive a space. This idea of being able to get help from other people in case I feel uncomfortable or threatened always strengthens my perception of security, no matter where I am.

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High Line Park during nighttime – Manhattan

After many years, I became conscious of all those thoughts and steps I take before enjoying public spaces at night. These are self-defence mechanisms I have learned and developed with the passing of time and I know many girls and women also do it. In the end, although urban spaces’ physical configuration contributes to having more friendly environments for women, the principal challenges continue to be socio-cultural ones.

WOMEN AND THE NIGHT

After some thinking about my experience exploring cities during night, the major difference I find walking along at night between the city I currently live in, Bogotá, and other cities abroad such as New York, is that in these last are more women walking and dwelling at night. Definitely, I find the presence of other women in public spaces comforting.

…I find the presence of other women in public spaces comforting…No matter if I know or not those women, the mere fact of their presence makes me feel safer.

No matter if I know or not those women, the mere fact of their presence makes me feel safer. It is because of this situation that I have felt more comfortable in foreign cities at night than in my own city. I hope one day to have that same feeling of freedom in the city I live in every day.

Night-time traveller

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NUEVA YORK: “THE GIRL PUZZLE”

CONECTANDO LAS PIEZAS

Nueva York en sí misma es un rompecabezas. Esta ciudad formada por islas y una porción de tierra firme -en el Bronx- está conectada por diversos medios de transporte que unen sus piezas. Estos incluyen el sistema de metro, calles y túneles vehiculares -por los que transitan autobuses, taxis y automóviles-, sistemas de transbordadores e incluso un teleférico. Siendo este último el que más quería conocer.

Mi idea de ir a Roosevelt Island era tomar el teleférico y tener la oportunidad de ver un lado diferente de Manhattan. Quería ver todas las piezas de Nueva York desde una perspectiva diferente. En fin, deseaba experimentar la ciudad de todas las formas posibles. Y esa fue la sensación que tuve cuando estuve dentro del vagón del tranvía.

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Roosevelt Island durante el verano

A pesar de que había demasiada gente en un espacio tan pequeño, tuve una vista increíble de la ciudad. En los 360 grados de ese pequeño vagón se desplegaba Nueva York en todo su esplendor. Como arquitecta, me encantan las fotografías aéreas de las ciudades y mejor aún cuando descubro oportunidades como esta de ver la ciudad como una maqueta a escala real.

Tan pronto como cruzamos el río, para mi sorpresa, Roosevelt Island nos recibió con un ambiente tranquilo y silencioso contrastado con el ruidoso Manhattan del que acababa de salir hace unos minutos. Aquí, pasé mi tiempo caminando por la isla sin una ruta trazada. Desde la tarde hasta el atardecer, solo admiré el paseo marítimo de Manhattan. Después de un tiempo, cuando se acercaba la noche, llegué al extremo norte de la isla. Allí, en la esquina más alejada estaba el Faro.

SERES INCOMPLETOS

Cuando entré en el Lighthouse Park en Roosevelt Island, vi a lo lejos rostros gigantes y brillantes. En medio de la noche, estas piezas relucientes se destacaban como estrellas en un cielo nocturno despejado. Ese lugar era el monumento “The Girl Puzzle” en honor a Nellie Bly. Cuando me acerqué a las esculturas, quedé hipnotizada por la escala de los rostros y todos los reflejos a mi alrededor. Entre estos rostros gigantes pude ver partes de mí misma en las superficies brillantes. Yo hacía parte de la exposición.

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Faro y el monumento “The Girl Puzzle” en honor a Nellie Bly – Roosevelt Island

Caminé un rato viéndome a mí y a otras personas reflejadas en la superficie de esculturas urbanas. En algún momento, me sentí muy vanidosa por admirar mis múltiples reflejos. En ese momento, recordé cuando era niña y me decían que no me mirara mucho en el espejo. No estaba bien ser una niña vanidosa.

Después de algunos años, aprendí que ver mi reflejo en el espejo no siempre era vanidad. Mirarme en el espejo se convirtió en un ejercicio para recordarme lo lejos que había llegado, lo mucho que había cambiado. Verme a mí misma a través de mis propios ojos y tener pensamientos positivos sobre mí me ha ayudado a abrazar todas las partes de mi ser, incluidas las imperfectas.

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Monumento “The Girl Puzzle” en honor a Nellie Bly – Roosevelt Island

Cuando estaba viendo estas esculturas urbanas, me di cuenta que estas eran una invitación a ver todas las piezas de nosotras mismas y abrazarlas una por una. Mientras caminas dentro del parque, todas las esferas reflectantes te muestran una parte de ti misma y estas imágenes cambian a medida que te mueves a través de las esculturas. Este lugar se transforma con cada persona. Al final, mientras lo exploras tus reflejos se vuelven parte del rompecabezas.

REFLEJOS EN OTRAS

El “Girl Puzzle Monument” se compone de cinco caras. Una de ellas, fundida en bronce plateado, honra a Nellie Bly. Bly fue una periodista estadounidense que defendió las causas e injusticias de otras mujeres. Los otros cuatro rostros representan a una niña pequeña, una mujer afroamericana, una mujer mayor y miembro de la comunidad LGBTQ y una mujer asiática. Estas últimas esculturas están fundidas en bronce y nos muestran personas históricamente invisibilizadas

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Escultura de Nellie Bly – Roosevelt Island

Creo que este lugar nos hace recordar que cada una de nosotras tiene una voz única y cada una de estas voces merece ser escuchada. De esta forma, Nellie Bly dio voz a muchas personas quienes no tenían posibilidad de ser escuchadas y esa fue la raíz de su increíble impacto y legado. Al final, estas esculturas urbanas se asemejan a la forma en que estamos conectadas con las personas que nos rodean, aunque no siempre seamos conscientes de ello.

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Escultura de una mujer afroamericana – Monumento “The Girl Puzzle” en honor a Nellie Bly

Vemos parte de nosotras mismas en las demás, y también proyectamos parte de nuestra esencia en las demás. Así como nos lo muestran los materiales de estas esculturas, estamos siempre en un fluido intercambio de reflejos. Algunos de estos son físicos, que por lo general para el caso de las mujeres la sociedad los ha reducido a la belleza. Pero también percibimos los reflejos inmateriales como la sabiduría y el cariño, actos que se reflejan en nuestras acciones. Al final, todas estas reflexiones forman parte de nuestro propio rompecabezas.

HISTORIAS CONECTADAS

Creo que los lugares urbanos están tejidos por innumerables historias y en este caso por innumerables reflejos. Así, en cada lugar que habitamos dejamos piezas de nosotras mismas. En este intercambio, perdemos algunas piezas, pero ganamos otras. Nos destruimos y reconstruimos. Como describen esta exhibición, las esculturas son “…secciones parciales que parecen piezas gigantes de un rompecabezas, muestran la profundidad de la emoción y la complejidad de ser rotas y reparadas”.*

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Monumento “The Girl Puzzle” en honor a Nellie Bly – Roosevelt Island

Encuentro belleza en las personas que se han roto y que han tenido el coraje de juntar sus pedazos y reconstruirse más fuertes. Porque es en nuestros momentos más oscuros cuando realmente vemos lo resilientes que somos. Como en la vida, veo en los momentos más oscuros de las ciudades una oportunidad para abrazar su verdadera yo. Cada noche es una ocasión para ver la esencia de una ciudad y simplemente amarla por lo que realmente es.

Como en la vida, veo en los momentos más oscuros de las ciudades una oportunidad para abrazar su verdadera yo. Cada noche es una ocasión para ver la esencia de una ciudad y simplemente amarla por lo que realmente es.

Al final, como nos muestran estas esculturas, no necesitamos ser perfectas para estar completas. Y esa es la belleza de la vida, estamos continuamente buscando nuevas piezas para agregar a nuestro rompecabezas.

Viajera nocturna

*Nota: Traducción de la autora

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NEW YORK: “THE GIRL PUZZLE”

CONNECTING THE PIECES

New York by itself is a puzzle. This city made of islands and a portion of mainland -at the Bronx- is connected by diverse means of transportation that joins its pieces. These include the subway system, vehicular streets and tunnels -in which buses, taxis and cars transit-, ferry systems and even an aerial tramway. The latter being the one I most wanted to meet.

My idea about going to Roosevelt Island was to take the aerial tramway and have the opportunity to see a different side of Manhattan. I wanted to see all of New York’s pieces from a different perspective. In short, I wanted to experience the city in every possible way. And that was the feeling I had when I was inside the tram car.

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Roosevelt Island during summer

Even though there were too many people in such a small space, I had an amazing view of the city. In the 360 degrees of that little tram car, New York unfolded in all its splendour. As an architect, I love aerial photos of cities and even better when I discover opportunities like this to see the city as a full-scale model.

As soon as we crossed the river, to my surprise, Roosevelt Island greeted us with a calm atmosphere contrasted to the noisy Manhattan I had just left some minutes ago. Here, I spent my time walking around the island without a route traced. From the afternoon until the sunset, I just admired Manhattan’s waterfront. After a while, when the night was approaching, I arrived at the north tip of the island. There, in the further corner was the Lighthouse.

INCOMPLETE BEINGS

As I entered the Lighthouse Park in Roosevelt Island, I saw in the distance giant shining faces. In the middle of the night these shimmering pieces stood out as stars in a clear night sky. That place was “The Girl Puzzle Monument Honoring Nellie Bly”. When I was approaching the sculptures, I felt mesmerised by the scale of the faces and all the reflections around me. Among these giant faces I could see parts of myself on the shining surfaces. I was part of the exhibition.

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Lighthouse and “The Girl Puzzle Monument Honoring Nellie Bly” – Roosevelt Island

I walked for a while seeing myself and other people reflected on the surface of urban sculptures. At some point, I felt very vain for admiring my multiple reflections. At that moment, I remembered when I was a little girl and I was told not to look at myself too much in the mirror. It wasn’t right to be a vain girl.

After some years, I learnt that seeing my reflection in the mirror was not always vanity. Looking at myself in the mirror became an exercise to remember me how far I had come, how much I had changed. Seeing myself through my own eyes and having positive thoughts about myself has helped me embrace all the parts of my being, including the imperfect ones.

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“The Girl Puzzle Monument Honoring Nellie Bly” – Roosevelt Island

When I was seeing these urban sculptures, I realised these were an invitation to see all the pieces of ourselves and embrace them one by one. As you walk inside the park, all of the reflective spheres show you a part of yourself and these images change as you move through the sculptures. This place transforms with each person. In the end, as you explore it, your reflections become part of the puzzle.

REFLEXES ON OTHERS

The “Girl Puzzle Monument” is composed of five faces. One of them, casted in silver bronze, honours Nellie Bly. Bly was an American journalist who championed other women’s causes and injustices. The other four faces represent a young child, an african American woman, an older woman and member of the LGBTQ community and an asian woman. These last sculptures are casted in bronze and show us people who have historically been invisible.

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Nellie Bly’s sculpture – Roosevelt Island

I believe this place makes us remember that each one of us has a unique voice and each one of these voices deserves to be listened to. In this way, Nellie Bly gave a voice to many people who had no chance to be heard and that was the root of her incredible impact and legacy. In the end, these urban sculptures resemble the way we are connected with the people who surround us, even though we are not always conscious about it.

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African American woman sculpture – “The Girl Puzzle Monument Honoring Nellie Bly”

We see part of ourselves in others, and also cast part of our essence in others. So as the materials of these sculptures show to us, we are always in a fluid exchange of reflections. Some of these are physical, which in general, in the case of women, society has reduced to beauty. But we also perceive immaterial reflections such as wisdom and affection, acts that are reflected in our actions. In the end, all these reflections are part of our own puzzle.

CONNECTED STORIES

I believe that urban places are weaved by uncountless stories and in this case of uncountless reflections. Thus, in each place we inhabit we leave pieces of ourselves. In this exchange, we lose some pieces, but gain others. We destroy and rebuild ourselves. As this exhibition describes, the sculptures are “…rendered in partial sections that appear like giant puzzle pieces, show a depth of emotion and complexity of being broken and repaired.”

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“The Girl Puzzle Monument Honoring Nellie Bly” – Roosevelt Island

I find beauty in people who have been broken and who have had the courage to gather their pieces and build themselves stronger. Because it is in our darkest moments when we really see how resilient we are. As in life, I see in the darkest moments of cities an opportunity to embrace its true self. Every night is an occasion to see the essence of a city and simply love it for what it really is.

As in life, I see in the darkest moments of cities an opportunity to embrace its true self. Every night is an occasion to see the essence of a city and simply love it for what it really is.

In the end, as these sculptures show us we don’t need to be perfect to be complete. And that is the beauty about life, we are continually looking for new pieces to add to our puzzle.

Night-time traveller

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NUEVA YORK: “LABERINTO EXPLORATORIO”

JOYAS URBANAS OCULTAS

Una de las cosas que me encantan de Nueva York es que esta ciudad siempre tiene una joya escondida para sorprenderte. Entre todos los tipos de lugares y según tu estado de ánimo, puedes encontrar innumerables espacios nocturnos para disfrutar de la vida urbana. Desde amplias áreas de césped para relajarte o hacer un picnic, hasta espacios interactivos que te hacen sentir como si estuvieras en museos urbanos a cielo abierto. El diseño urbano neoyorquino nunca decepciona. Un ejemplo de espacios interactivos es el laberinto exploratorio en Brooklyn Bridge Park Pier 3.

Este laberinto exploratorio lo encontré por accidente. Esto sucedió al final de una tarde de verano durante mi último día en Nueva York. Ese día, decidí dar un largo y liberador paseo por el puente de Brooklyn cruzando de Manhattan a Brooklyn. Mientras caminaba por un puente rodeado de turistas que intentaban capturar las mejores fotografías y lugareños corriendo en ambos sentidos, tuve sentimientos encontrados. Sentí alivio después de terminar un mes de jornadas laborales imparables en Chinatown y nostalgia por irme de una ciudad tan apasionante.

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Puente de Brooklyn durante el verano

Mientras cruzaba el East River, sentí el eco de mis pasos, ese era el mismo camino que recorrí durante mi primer día en la ciudad. Esta vez mi caminata fue un poco meditativa y una forma de darle un cierre a una ruta alternativa que había decidido probar en mi vida, solo para darme cuenta de que ese no era mi camino. Ese día sentí que finalmente volvía a mí misma, había recuperado el poder de mi tiempo. Iba a mi propio ritmo y haciendo tiempo para lo que más disfruto, deambular por ciudades extranjeras durante la noche.

EXPLORANDO LA NOCHE

Al final de mi paseo estaba Dumbo tan lleno como siempre, así que decidí ir rumbo a Brooklyn Heights cruzando entre barrios para ver el atardecer desde un lugar tranquilo. Había tomado esta ruta muchas veces durante el verano y tener la oportunidad de sentir un ambiente tranquilo de vecindario, después de un día entero de ajetreo en Chinatown siempre era refrescante. Cuando comenzaba a caer la tarde decidí hacer un alto en mi caminata para admirar el paisaje del bajo Manhattan desde el Pier 5. Entre las canchas de fútbol y la orilla del río hay una fila de bancas donde puedes pasar un rato tranquilo para disfrutar del sonido relajante del East River mientras los edificios en la distancia comienzan a iluminarse. Aquí me sentí hipnotizada por cómo la noche aparecía en la costanera mientras la suave brisa de verano refrescaba mi cuerpo.

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Entrada al Brooklyn Bridge Park Pier 3 – Pasarela sur

Cuando la noche tomó su habitual azul profundo decidí volver a Dumbo pero esta vez bordeando el río. Mientras deambulaba por la orilla del río me sentí atraída por una entrada enmarcada con columnas iluminadas que formaban arcos cuadrados en el Pier 3. Esas columnas guiaban lo que a lo lejos parecía un tranquilo parque natural. Así que entré al parque guiada por la luz vertical que bordeaba el parque. En algún lugar en medio de la pasarela se encontraban unas escaleras que conducían a una zona de césped con forma de cuenco. Subí sintiéndome un poco cautelosa ya que este lugar se veía más oscuro y solitario en comparación con las pasarelas que lo rodeaban.

Cuando entré en el área de césped con forma de cuenco, descubrí un espacio abierto protegido por arbustos que enmarcaban una vista asombrosa del paseo marítimo del bajo Manhattan. Mientras estaba en el césped me di cuenta de cómo la luz tenue permitía a los visitantes sentirse como espectadores en un teatro urbano y el paseo marítimo se convertía en el escenario. La oscuridad en este lugar me hizo sentir como si tuviera todo el lugar para mí. Luego, seguí caminando por el césped sintiendo la suave hierba bajo mis pies. Durante este corto trayecto no pude apartar la mirada de la vista nocturna de los edificios iluminados principalmente por la luz que venía del interior. En conjunto esas luces daban forma a la silueta nocturna.

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Vista del bajo Manhattan desde la zona de césped en forma de cuenco en el Pier 3

A medida que me acercaba al paseo marítimo, la luz se hacía más brillante. Bajé de nuevo a la pasarela. Allí encontré a un joven paseando en su bicicleta en círculos sobre la superficie pavimentada al mismo tiempo que una joven contemplaba el paisaje nocturno desde la zona de bancas. Mientras caminaba por la orilla del río volví a ver una hilera de columnas iluminadas guiando el camino, esta vez con el Puente de Brooklyn como telón de fondo.

¿CÓMO ENCONTRAR UN LABERINTO?

Continué bordeando el parque por la pasarela norte con la intención de salir del Pier 3 cuando vi un pequeño sendero que entraba al parque. Esta vez, los árboles alrededor del camino parecían más densos y la luz más tenue que en el área del césped. Aunque al principio sentí que el camino no era tan acogedor, había algo en el patrón de sombras proyectadas por las hojas de los árboles y una luz brillante al final del camino que despertó mi curiosidad. Entonces, de la misma manera que Alicia en el país de las maravillas siguió al conejo blanco, yo seguí los patrones de luz y sombra guiada por mi instinto.

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Laberinto exploratorio en el Brooklyn Bridge Park Pier 3

A medida que avanzaba en mi caminata comencé a ver zonas más luminosas donde aparecieron pequeños postes para amarrar barcos de color blanco agrupados en diferentes lugares. Estos elementos contrastaban con el denso follaje de los árboles alineados como telón de fondo. Mientras me acercaba, estos pequeños elementos blancos brillaban como si emergieran de las sombras. Para mi sorpresa, dentro de los senderos encontré más gente que en las pasarelas más anchas del parque, a pesar de que estas últimas áreas eran más anchas e iluminadas. Después de un tiempo explorando el laberinto y adaptando mis ojos a niveles de iluminación más bajos, percibí este lugar como un espacio urbano acogedor y protegido donde niños, padres y jóvenes caminaban y disfrutaban de cada rincón.

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Laberinto exploratorio en el Brooklyn Bridge Park Pier 3 “habitaciones al aire libre”

Mientras seguía el camino encontré lo que percibí como salas de estar urbanas y comedores urbanos. Esas áreas eran habitaciones pequeñas y abiertas divididas por arbustos y amuebladas con troncos de madera y mesas de comedor que transformaban un parque en un despliegue de habitaciones casi privadas para uso público de todas las personas. Incluso algunas habitaciones tenían esculturas de piedra que le daban carácter al lugar y otros espacios tenían una especie de cornetas que desafortunadamente no estaban activas en ese momento.

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Laberinto exploratorio en el Brooklyn Bridge Park Pier 3, “Caleidoscopio

Después de algunos caminos laberínticos entre las habitaciones, me encontré en medio de un área despejada viendo un juego de espejos ubicados uno frente al otro como los laberintos de espejos de los parques de diversiones. Después de un tiempo, mientras estaba leyendo sobre este lugar, descubrí que esta área se llama caleidoscopio. Caminé por este espacio tratando de ordenar mis pensamientos y preguntándome cómo terminé en ese lugar surrealista. En ese momento volví a sentirme como Alicia pero esta vez en lo que experimenté como la Noche de las Maravillas. ¿Quién había creado este escenario inmersivo que me hizo abrazar la noche urbana con la curiosidad de una niña?

Algunas semanas después de encontrar este lugar, cuando estaba buscando la historia de este parque, me di cuenta de que la mayoría de las fotos que se muestran en los sitios web, si no todas, fueron tomadas durante el día. Mientras revisaba esas fotos me di cuenta que había una pérdida en la mística del lugar que solo se puede apreciar durante la noche. Todas las capas de sombra que experimenté por la noche en el laberinto calaron más profundo en mi experiencia del lugar. Espero que más personas y especialmente más mujeres se atrevan a explorar el espacio público durante la noche y a abrazar toda la experiencia urbana.

En ese momento volví a sentirme como Alicia pero esta vez en lo que experimenté como la Noche de las Maravillas. ¿Quién había creado este escenario inmersivo que me hizo abrazar la noche urbana con la curiosidad de una niña?

AULAS A CIELO ABIERTO

Cuando encontré mi salida del laberinto me sentí transformada por la experiencia del espacio. Mi percepción de lo que es un lugar urbano se amplió. Esa noche me trajo más inspiración que muchos meses trabajando en mi computador y teniendo reuniones de trabajo. Después de haber visitado varios espacios urbanos en diferentes ciudades, encuentro que vivir la noche urbana es el aula más estimulante.

Ya que mi sentido de la orientación es bastante malo, espero seguir perdiéndome en ciudades extranjeras para encontrarme en lugares inspiradores como el laberinto exploratorio. ¿Te atreves a perderte en la noche urbana?

Viajera nocturna

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NEW YORK: “EXPLORATORY LABYRINTH”

HIDDEN URBAN GEMS

One of the things I love about New York is that this city always has one hidden gem to surprise you. Among all the types of places and according to your mood, you can find uncountable night spots to enjoy the urban life. From wide open lawns when you want to relax or having a picnic, to interactive spaces which make you feel as if you were at urban museums in open skies. New York urban design never disappoints. An example of interactive spaces is the exploratory labyrinth at Brooklyn Bridge Park Pier 3.

I found this exploratory labyrinth by accident. This happened at the end of a summer afternoon during my last day in New York City. That day, I decided to have a long and liberating walk across the Brooklyn Bridge crossing from Manhattan to Brooklyn. While I was walking over a bridge surrounded by tourists trying to capture the best photos and locals jogging in both ways, I had mixed feelings. I felt relief after finishing a month of unstoppable working days at Chinatown and nostalgic for leaving such an exciting city.

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Brooklyn Bridge during summer

As I crossed over the East River, I felt the echo of my footsteps, that was the same path I walked during my first day in the city. This time my walk was kind of meditative and a way to give closure to an alternative route that I had decided to try in my life, just to realise that was not my path. At that day I felt I was finally coming to myself, I had regained the power of my time. I was going at my own pace and making time for what I enjoy the most, wander at foreing cities during the night.

EXPLORING THE NIGHT

At the end of my walk there was Dumbo as crowded as always, so I decided to go head to Brooklyn Heights crossing in between neighbourhoods to see the sunset from a quiet spot. I had taken this route many times over the summer and getting a chance to feel a quiet neighbourhood vibe, after a full day of hustle and bustle in Chinatown was always refreshing. As the sunset was beginning I decided to take a break in my walk to admire the landscape of lower Manhattan from Pier 5. Between the soccer fields and the border of the river there is a line of benches where you can have a quiet time to enjoy the calming sound of the East River while the buildings in the distance start to light up. Here, I felt mesmerised by how the night emerged in the waterfront while the soft summer breeze refreshed my body.

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Entrance to Brooklyn Bridge Park Pier 3 – South walkaway

When the night turned into a deep blue I decided to come back to Dumbo but this time bordering the river. While I was wandering around the riverside, I felt attracted by an entrance framed with lighted columns which shaped square arches at Pier 3. Those columns guided what in the distance looked like a quiet natural park. So I entered the park guided by the vertical light that bordered the park. Somewhere in the middle of the walkway there were stairs leading up to a bowl-like lawn area. I went up feeling a little bit cautious since this place looked darker and lonely compared to the walkways around it. 

As I entered the bowl-like lawn area, I discovered an open space guarded by shrubs which framed an amazing view of lower Manhattan waterfront. When I was in the lawn I realised how the dimmed lig​ht allowed visitors to feel as spectators in an urban theatre and the waterfront became the stage. The darkness in this spot made me feel as if I had all the place to myself. Then, I continued walking through the lawn feeling the soft grass under my feet. During this short journey I couldn’t take away my gaze over the night view of the buildings mainly lit by the light coming from indoors. Together those lights shaped the night silhouette.

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Lower Manhattan view from the bowl-like lawn at Pier 3

While I was approaching the waterfront the light became brighter. I went down again to the walkway. There I found a young man riding his bike in circles over the paved surface while a young woman was contemplating the night landscape from the bench area. As I was walking by the border of the river I saw again a line of lit columns guiding the path, this time with the Brooklyn Bridge as a backdrop.

HOW TO FIND A LABYRINTH

I continued bordering the park at the north boardwalk with the intention to leave Pier 3 when I saw a small path going inside the park. This time the trees around the path looked thicker and the light more dimmed than in the lawn area. Even though at the beginning I felt the path was not so welcoming, there was something about the shadow pattern casted by the leaves of the trees and a shining light at the end of the path that aroused my curiosity. So, in the same way Alice in Wonderland followed the white rabbit, I followed the patterns of light and shadow guided by my instinct.

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Exploratory labyrinth at Brooklyn Bridge Park Pier 3

As I progressed on my walk I began to see more luminous areas where small white norays appeared grouped in different places. These elements contrasted with the dense foliage of trees lined up as a backdrop. As I got closer, these small norays shone as if emerging from the shadows. To my surprise, I found more people on the trails than on the park’s wider walkways, even though those areas were wider and more lit. After some time exploring the labyrinth and adapting my eyes to lower lighting levels, I perceived this place as a cosy and protected urban space where children, parents and young people walked and enjoyed every corner.

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Exploratory labyrinth at Brooklyn Bridge Park Pier 3 “outdoor rooms”

As I followed the path I found what I perceived as urban living rooms and urban dining rooms. Those areas were small and open rooms divided by shrubs and furnitured with wooden logs and dining tables which transformed a park into a display of almost private rooms for all people’s public use. Even some rooms had stone sculptures which added character to the place and other spots had kind of bugles which unfortunately were not active at that moment.

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Exploratory labyrinth at Brooklyn Bridge Park Pier 3, “walk-in kaleidoscope

After some labyrinthic paths between rooms, I found myself in the middle of a clear area seeing a set of mirrors facing each other like the mirror mazes at amusement parks. After a while, when I was reading about this place, I discovered that this area is called a “walk-in kaleidoscope”. I walked around this space trying to gather my thoughts and asking myself how did I end up in that surreal place? At that moment I felt again like Alice but this time in what I experienced as Wondernight. Who had created this immersive scenario that made me embrace the urban night with the curiosity of a little girl?

Some weeks after I found this place, when I was searching for the history of this park, I realised most of the pictures displayed at websites -if not all of them- were taken during the day time. As I was going through those pictures I realised there was a lost in the mystic of the place that only can be appreciated during night. All the layers of shadow that I experienced at night in the labyrinth sank deeper into my experience of the place. I hope more people and especially more women dare to explore public spaces during night and embrace the whole urban experience.

At that moment I felt again like Alice but this time in what I experienced as Wondernight. Who had created this immersive scenario that made me embrace the urban night with the curiosity of a little girl?

OPEN SKIES CLASSROOMS

When I found my way out of the labyrinthic I felt transformed by the experience of the space. My perception of what an urban place is was expanded. That night brought me more inspirantion than many months working on my laptop and having work meetings. After having visited many urban spaces in different cities, I find dwelling in urban nighttime is the most stimulating classroom. 

Since my sense of direction is pretty bad, I hope to continue getting lost at foreign cities to find myself in inspiring places such as the exploratory labyrinth. Do you dare to get lost in the urban night?

Night-time traveller

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NUEVA YORK: “FROM SEA TO SHINING SEA”

UNA CASA URBANA

Las instalaciones efímeras de luz tienen un poder magnético para transformar la forma en que percibimos el espacio y cómo interactuamos con él. En esencia, con este tipo de intervenciones, no se necesita una infraestructura invasiva para modificar la percepción espacial de los transeúntes. Las y los artistas usan elementos más sutiles como colores, reflejos, sombras y luces para jugar con nuestro sentido del espacio y despertar sentimientos encontrados mientras navegamos por su trabajo artístico.

Como menciona Uli Beutter Cohen en su libro Between the Lines: Stories from the Underground, “La forma en que vemos nuestro entorno marca la diferencia”*. En este caso, la propuesta artística se entrelaza con nuestras propias experiencias, con nuestra forma de habitar el espacio público. Para mí, las instalaciones urbanas son las expresiones artísticas más apasionantes, al ser un punto de encuentro entre un sinfín de historias y formas de habitar las noches urbanas. Apelan a un sentimiento más intuitivo que está más conectado con la forma en que interactuamos con nuestro entorno durante nuestra niñez.

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Instalación temporal “From Sea to Shining Sea” vista nocturna

La primera vez que visité la instalación From Sea to Shining Sea de Tom Fruin, vi a una niña dando vueltas dentro de la casita construida con plexiglás de colores y acero. La niña ni siquiera notó mi presencia cuando llegué. Ella estaba hipnotizada por cómo las piezas de plexiglás teñidas reflejaban un arco iris de colores sobre todo el lugar y sobre ella. En ese momento ella era la dueña de ese espacio. Después de un momento dejó de dar vueltas y comenzó a caminar por la casa con un sentido juguetón como lo hacen las niñas en los parques infantiles. Esa curiosidad se asemeja a la emoción que se genera cuando los lugares físicos y los emocionales se entremezclan.

Al final ese es el poder que tienen las intervenciones efímeras, la capacidad de rememorar a nuestra niña interior y permitirnos sumergirnos en una nueva percepción de los espacios físicos. Los colores, las sombras, los reflejos y la luz hacen un llamado a conectar con un espacio más profundo, con un lugar emocional. Esa percepción es lo que nos permite involucrarnos de una manera mas profunda con nuestro entorno.

SENTIRSE EN EL HOGAR

¿Es incluso posible sentirse como en casa en un espacio público? Mucha gente dice que la diferencia entre una casa y un hogar es que el hogar es un lugar emocional que involucra sentimientos y recuerdos, que compromete nuestro corazón. Siendo así, nuestro hogar puede viajar con nosotras a donde vayamos, no necesitamos estar en el mismo espacio físico para sentirnos como en casa y los espacios urbanos pueden convertirse en parte de ese concepto de hogar. Creo que así como la gente dice que “se hace camino al andar”, un hogar se hace habitando los espacios, ya sean físicos o emocionales.

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Instalación temporal “From Sea to Shining Sea” vista diurna

Con eso en mente, cuando exploré la instalación From Sea to Shining Sea tuve la sensación de estar inmersa en el latido de un corazón. Durante el día, esta casa centra toda la energía al interior de sus paredes y cada pieza de plexiglás enmarca diversas vistas de la ciudad de Nueva York agregando un arcoíris de colores sobre el perfil urbano. En contraste, durante la noche, esta casa se expande físicamente a través de reflejos teñidos de color. En ese momento, la casa se permitía ser parte de algo más grande y los conceptos de adentro y afuera desdibujaron sus diferencias.

Es así como cuando cae la noche todos los muros de esta pequeña casa proyectan texturas coloridas alrededor del espacio público. En este momento no importa si estás dentro o fuera de la casa, en ambos lugares sientes cómo esta intervención te abraza y desafía tu percepción del espacio. Desde una vista cercana en el pier 17, esta intervención aporta un sentimiento juguetón al espacio público y desde una vista lejana, la casa se convierte en un faro que modifica el perfil urbano frente al mar.

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Instalación temporal “From Sea to Shining Sea” vista nocturna

TODO HOGAR TIENE UNA HISTORIA

Creo que lo extraordinario de los hogares es que un mismo espacio físico puede contar tantas historias como las personas que viven en él. Sumado a esto, estas historias se transforman con el paso del tiempo a medida que nuestra vida evoluciona. Los hogares crecen con nosotras y nuestro sentido de hogar cambia con el tiempo de la misma manera que From Sea to Shining Sea cambia durante los diferentes momentos del día. Es como si esta intervención evolucionara con nosotras a un ritmo más acelerado para recordarnos nuestra propia transformación.

Después de mi visita a este lugar, tenía curiosidad sobre el nombre de esta instalación y cómo este nombre se conectaba con los sentimientos que experimentaba al recorrer la instalación. Después de una breve búsqueda, descubrí que Johnny Cash hizo un álbum conceptual llamado igual que esta intervención. En este álbum él describió su hogar, refiriéndose a un lugar más grande que una casa, escribió sobre su tierra natal, los Estados Unidos. Además, la primera canción del disco lleva el mismo nombre y por coincidencia -o no- la letra de esta canción está llena de recuerdos, colores y lugares como los mismos hogares.

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Instalación temporal “From Sea to Shining Sea” vista nocturnal

De ese disco puedo deducir que un hogar puede ser y acumular muchos recuerdos y un hogar urbano tiene una carga emocional aún más grande. Llamamos hogar a casas físicas, recintos, ciudades, países -como el concepto de patria- e incluso lugares conceptuales. No estoy segura que Tom Fruin haya seleccionado el nombre de su instalación inspirado en este álbum, pero así como en los hogares, en el lugar imaginario de mi mente, todo esto está conectado.

"EL HOGAR ES DONDE EL CORAZÓN ESTÁ"

Cuando viajamos, incluso si hemos esperado emocionadas o planeado un viaje por mucho tiempo, durante el viaje llegamos a experimentar una sensación de nostalgia, especialmente si hemos estado en el extranjero durante mucho tiempo. Pero si somos lo suficientemente valientes como para dejarnos llevar por el momento y disfrutar del presente, podemos encontrar en ciudades extranjeras lugares que nos hagan sentir como en casa o que se conviertan en nuestro hogar.

A veces, cuando exploramos nuevas ciudades, tenemos la suerte de sentir que estamos en el lugar correcto y en algunos casos, este sentimiento se vuelve más fuerte cuando estamos en el extranjero, incluso si nuestra casa física está muy lejos. Este sentimiento está bien resumido en el dicho proverbial “el hogar es donde el corazón está”.

 

Hay algo acerca de caminar la ciudad en los zapatos de una mujer que se atreve a explorar sola la noche urbana, que me hace sentir que estoy desafiando mi propia cultura y las limitaciones con las que crecí.

Este es el sentimiento que experimento cuando exploro libremente la noche. Me siento más en mi hogar que cuando estoy dentro de mi propia casa. Hay algo acerca de caminar la ciudad en los zapatos de una mujer que se atreve a explorar sola la noche urbana, que me hace sentir que estoy desafiando mi propia cultura y las limitaciones con las que crecí. Esos pensamientos me hacen sentir que estoy en el lugar correcto. Y este es un sentimiento que estoy aprendiendo a abrazar sin remordimientos.

¡EXPLORA!

Si vives o estás de visita en Nueva York en este momento, no pierdas la oportunidad de visitar esta instalación urbana de luz. Para mí, esta es una visita obligada, especialmente si estás explorando Nueva York por la noche. Esta intervención comenzó en mayo y finaliza en septiembre de 2022. From Sea to Shining Sea está ubicada en la entrada del Pier 17. Si tienes la oportunidad de visitarla, cuéntanos, ¿te sentiste como en casa?

Viajera nocturna

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NEW YORK: “FROM SEA TO SHINING SEA”

AN URBAN HOUSE

Ephemeral lighting installations have a magnetic power to transform the way we perceive space and how we interact with it. In essence with these kinds of interventions, an invasive infrastructure is not needed to modify passers-by’s spatial perception. Artists use more subtle elements such as colours, reflections, shadows and light to play with our sense of the space and arouse mixed feelings as we navigate their artistic work.

As Uli Beutter Cohen mentions in her book Between the Lines: Stories from the Underground, “How we see our surroundings makes all the difference”. In this case, the artistic proposal is intertwined with our own experiences, with our way of inhabiting public space. For me, urban installations are the most exciting art expressions, as they are a meeting point between endless stories and ways of dwelling in urban nights. They appeal to a more intuitive feeling that is more connected to the way we interacted with our environment during our childhood.

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Temporal installation “From Sea to Shining Sea” Nighttime

The first time I visited the installation From Sea to Shining Sea by Tom Fruin, I saw a little girl spinning inside the small house built with colourful plexiglass and steel. The little girl didn’t even notice my presence when I arrived. She was mesmerised by how the tinted plexiglass pieces reflected a rainbow of colours all over the place and over herself. At that moment she was the owner of that space. After a moment she stopped spinning and started walking around the house with a playful sense as when children do in playgrounds. That curiosity resembles the emotion that is generated when physical and emotional places intermingle.

In the end, that is the power of ephemeral interventions, the ability to recall our inner child and allow us to immerse ourselves in a new perception of physical spaces. The colours, the shadows, the reflections and the light make a call to connect with a deeper space, with an emotional place. That perception is what allows us to engage in a deeper way with our environment.

FEELING AT HOME

Feeling at home in a public space is even possible? Many people say that the difference between a house and a home is that home is an emotional place which involves feelings, and memories, and engages our heart. So in that way our home can travel with us wherever we go, we don’t need to be in the same physical space to feel at home and urban spaces can become part of that concept of home. I believe that just as people say you make the path as you go, a home is made by inhabiting spaces, whether physical or emotional.

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Temporal installation “From Sea to Shining Sea” Daytime

Keeping that in mind, when I explored the installation From Sea to Shining Sea I had the feeling of being immersed in the beating of a heart. During the day, this house focuses all the energy within its walls and each piece of plexiglass frames various views of New York City by adding a rainbow of colours above the waterfront. In contrast, at night this house physically expands around itself through its colour-tinted reflections. At that moment, the environment felt as if the house allowed itself to be part of something bigger and the concepts of inside and outside blurred their differences.

This is how when night falls all the walls of this small house project colourful textures around the public space. At this moment it doesn’t matter if you are inside or outside the house, in both places you feel how this intervention embraces you and challenges your perception of the space. From a close view at pier 17 this intervention brings a playful feeling to the public space and from a distant view, the house becomes a lighthouse that modifies the urban profile facing the waterfront. 

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Temporal installation “From Sea to Shining Sea” Nighttime

EVERY HOME HAS A STORY

I believe a beautiful thing about homes is that the same physical space can tell as many stories as the people who live in it. Added to this, these stories transform with the past of the time as our life evolves. Homes grow with us, and our sense of home changes over time in the same way that From Sea to Shining Sea changes during the different moments of the day. It is like this intervention evolves with us at a speeder pace to remember us of our own transformation.

After my visit to this place, I was curious about the name of this installation and how that name was connected with the feelings I experienced when I was going around this installation. After a short research, I found out that Johnny Cash did a conceptual album called the same as this intervention. In this album he described his home, referring to a bigger place than a house, he wrote about his homeland, the United States of America. Also, the first song of the album has the same name and by coincidence -or not- the lyrics of this song are full of memories, colours and places, such as homes.

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Temporal installation “From Sea to Shining Sea” Nighttime

From that album, I can deduce that one home can be and collect many memories and an urban home has an even greater emotional charge. We call home to physical houses, venues, cities, countries -as the concept of homeland- and even conceptual places. I’m not sure that Tom Fruin selected the name of his installation inspired by this album, but just like in homes, in the imaginary place of my mind, all of this is connected.

“HOME IS WHERE THE HEART IS”

When we travel, even if we have waited excitedly or planned a trip for a long time, during the journey we still experience a homesick feeling, especially if we have been abroad for a long time. But if we are brave enough to allow ourselves to go with the flow and enjoy the present, we can find in foreign cities places that make us feel at home or that become our home.

Sometimes as we explore new cities we are lucky enough to feel at the right place, and in some cases, this feeling becomes stronger when we are abroad, even if our physical house is really far away. This feeling is well summarised in the proverbial saying “home is where the heart is”.

There is something about walking the city in a woman’s shoes who dares to explore the urban night alone, that makes me feel like I am challenging my own culture and the limitations I grew up with.

This is the feeling I experience when I freely explore the night. I feel more at home than when I am inside my own house. There is something about walking the city in a woman’s shoes who dares to explore the urban night alone, that makes me feel like I am challenging my own culture and the limitations I grew up with. Those thoughts make me feel like I’m in the right place. And this is a feeling that I am learning to embrace without regret.

EXPLORE!

If you are living or visiting New York at this moment, don’t lose the chance to visit this urban installation. For me, this is a must-see, especially if you are exploring New York at night. This installation started in May and ends in September 2022. From Sea to Shining Sea is located at the entrance of Pier 17. If you have the chance to visit it, let us know, did you feel at home?

Night-time traveller

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