ENCONTRANDO LIBERTAD AL VIAJAR

MUJERES DE MUNDO

Recientemente, estuve escuchando el podcast de Michelle Obama, y si has estado leyendo este blog probablemente te has dado cuenta que soy una gran admiradora de ella. Las palabras de Michelle Obama me llevaron de vuelta a las mujeres de mi vida a quienes he considerado mis mentoras, quienes nunca tuvieron el título de mentora a pesar que me escucharon, guiaron y apoyaron en momentos importantes de mi camino. Luego de reflexionar un poco sobre sus palabras y personalidades, me di cuenta que lo común entre ellas es que eran, lo que yo considero, mujeres de mundo.

Ciertamente ser una mujer de mundo es un título que han ganado no solo porque disfrutan viajar por placer, sino porque también viajan por negocios o por aprendizaje. Para ellas, el acto de viajar es más que relajación y lindas fotos en lugares encantadores. De cierta manera, cuando viajan se dejan impregnar por otras culturas y reflexionan sobre sí mismas. 

Además, han construido sus propios estudios, aportando una nueva visión a sus ecosistemas locales y con ello han inspirado a otras jóvenes como yo a tomar el control de sus carreras, a aprovechar al máximo el mundo y a encontrar oportunidades para devolver una parte de sí mismas a las comunidades que las rodean.

Cuando las conocí, vi una libertad en su mirada que no había visto antes en otras mujeres. Noté ese sentimiento de independencia que solo había sentido la primera vez que estudié en el extranjero. Una de estas mentoras que menciono, fue mi primera profesora de diseño de iluminación en la UPC de Barcelona, durante mis estudios como estudiante de posgrado y luego mi jefe cuando hice una pasantía en su estudio. Aunque no fue mi primera mentora, la conocí en un momento de mi vida en el que finalmente había descubierto mi vocación.

MI VOCACIÓN

Nunca se me impuso alguna carrera o un camino específico, sin embargo mi contexto logró influenciarme inesperadamente. Había elegido ser arquitecta inspirada por mi padre, que desde joven había amado hacer dibujos técnicos y era realmente talentoso en ello. Recuerdo haberme deleitado escuchando sus historias sobre sus herramientas, lo mucho que las cuidaba y cómo soñaba con convertirse en arquitecto o ingeniero. Desafortunadamente, estos sueños nunca se hicieron realidad debido a las dificultades que él estaba enfrentando en ese momento.  

Después de graduarme de arquitectura, acepté un trabajo que no esperaba. Hasta ese momento, me había dejado llevar por la “buena guía” que me ofrecían mi familia, profesores y amigos cercanos para tomar las decisiones importantes de mi vida. Sin embargo, cuando elegí diseño de iluminación como carrera, no tenía ni idea a qué me enfrentaría, pero aún así estaba feliz de tomar el riesgo. Mientras investigaba el medio, leí un interesante artículo que me ayudó a tomar esa decisión.

Me sentí inspirada por el poder que tiene la luz para cambiar la percepción de un edificio. Leí cómo algunas personas detuvieron la demolición de varios edificios patrimoniales en Nueva York al iluminarlos y hacer una intervención efímera.

Ese artículo me trajo recuerdos de cuando era estudiante de intercambio en Buenos Aires y decidí seguir el cronograma que me habían dado en mi Universidad de origen y no dejarme “distraer” por un curso de diseño de iluminación que quería tomar pero el cual no podría homologar después.

En ese momento, no tuve el coraje de seguir mi intuición y años después me di cuenta que la clase la daba una diseñadora de iluminación realmente talentosa Eli Sirlin. Cuando me enteré de eso, lamenté dejarme llevar por lo que creía que eran mis obligaciones diarias y no seguir mi intuición.

EL VIAJE

Después de todos las señales y guiada por mi intuición, apliqué al posgrado y conseguí un lugar en la UPC -Universitat Politècnica de Catalunya-, lugar donde conocí a mi mentora. Durante mi paso por la UPC, recuerdo que me cautivaba la forma en que mi mentora entendía la luz, su pasión por sus proyectos, su continua forma de desafiarnos como estudiantes y su estudio siempre lleno de dibujos, luminarias y materiales para probar.

Volviendo la mirada a esos días, en mi mente permanece la imagen de su equipaje de viaje en un lugar de su estudio cerca de la puerta, y mi mente preguntándose cuál sería su próximo destino. Su apretada agenda y su capacidad para tener todo a tiempo. Su sonrisa después de clases cuando solía ponerse el casco y montaba en bicicleta de regreso a casa. Su buen sentido del humor y cómo encontraba tiempo para compartir un par de cervezas con nosotras después de una ardua entrega durante mi pasantía. Momentos en los que solía compartir algunas de sus aventuras como su viaje en auto por Estados Unidos como un merecido cierre tras sus estudios de Máster. Y cómo olvidar, sus atentos regalos, algunos de mis primeros libros de diseño de iluminación que hoy guardo como mi tesoro.

Recuerdo que me impresionaba su pleno sentido de sí misma y su extrema confianza. Parecía moverse con tanta facilidad en el mundo, saltando entre alemán e inglés con los clientes de su estudio, luego discutía conceptos de iluminación y detalles técnicos en español y finalmente nos explicaba algunos puntos clave de un concurso de iluminación escrito en catalán. Yo soñaba ser ella.

REFLEXIONANDO EN EL CAMINO

Algunos años después, la volví a ver. Hablamos unos minutos en la cafetería de una feria de iluminación y luego me invitó a cenar. Después de esa charla me di cuenta que ella había intuido mucho sobre mí durante ese corto tiempo en Barcelona, cosas que me tomaron años ver y otros tantos aceptar e interiorizar. Tal vez era debido a su experiencia, hasta ahora no estoy segura del por qué de su poder para leerme. 

Incluso hoy, sus palabras y reflexiones me hacen cuestionarme sobre mi camino como profesional y como mujer. Cuando vuelvo a esos momentos tengo recuerdos mezclados entre sus clases, los proyectos de su estudio, mis compañeros y esa hermosa ciudad que es Barcelona, el primer lugar donde realmente aprendí a ver el poder y la magia de la luz de manera consciente. A ver el mundo con nuevos ojos.

Más allá de las clases creo que mi entorno de aprendizaje fue la ciudad en sí misma, descubriendo sus espacios escondidos, lugares que se transformaban entre el día, la noche y las estaciones. Una ciudad que se vestía de luz en las celebraciones especiales y de sombra en las estrechas calles del casco antiguo. Una ciudad que tiene la capacidad de sorprender constantemente a viajeros y ciudadanos.

VIAJERA NOCTURNA

Después de reflexionar sobre mi camino, me doy cuenta de lo importante que ha sido en mi vida la sensación de libertad que he descubierto a través de los viajes, tanto como profesional, como mujer. Sigo siendo tímida y siento pánico al hablar en público, entre otros miedos. Pero a pesar de todos mis miedos y mi tendencia a pensar demasiado cada decisión, he estado cultivando un sentido de posibilidad que me permite atreverme a hacer cosas a pesar del miedo. Y saber que incluso en el momento más oscuro puedo encontrar mi propia luz.

He estado cultivando un sentido de posibilidad que me permite atreverme a hacer cosas a pesar del miedo. Y saber que incluso en el momento más oscuro puedo encontrar mi propia luz.

Volviendo al tiempo que pasé en Barcelona, allí fue cuando comencé a viajar sola por elección y también con compañeras y amigas sólo persiguiendo la noche. Fue entonces cuando me di cuenta que era una viajera nocturna. Pasé mis viajes observando ciudades de noche, guiada por acogedoras luces cálidas o alegres luces de colores, finalmente, disfrutando de la noche de otra manera. Para mí, descubrir las ciudades durante la noche me dio la libertad que había buscado durante tanto tiempo.

Viajera nocturna

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FINDING FREEDOM WHEN TRAVELING

WOMEN OF THE WORLD

I was listening to Michelle Obama’s podcast recently, and if you have been reading this blog you have probably realized I am a big fan of hers. Michelle Obama’s words brought me back to the women in my life who I have considered to be my mentors, who never had the title of mentor despite they listening, guiding and supporting me, at important moments in my journey. After some reflection about their words and personalities, I realized that the common thing among them was that they were, what I consider, women of the world.

Certainly being a woman of the world is a title they have gained not just because they enjoy travelling for pleasure, but because they also travel for business or learning. For them, the act of travelling is more than relaxation and pretty pictures at lovely spots. In certain ways when they travel they allow themselves to be permeated by other cultures and reflect about themselves. 

Also, they have built their own studios, bringing a new vision to their local ecosystems and with that, they have inspired other young women like me to take control of their careers, make the most of the world and find opportunities to give back a part of themselves to the communities around them.

When I met them, I saw a freedom in their gaze that I haven’t seen before in other women. I noticed that feeling of independence, which I only had felt a hint of, the first time I studied abroad. One of the mentors I am talking about was my first professor of lighting design at UPC in Barcelona, during my studies as a postgraduate student, and later my boss when I did an internship at her studio. Although she was not my first mentor, I met her at a time in my life when I had finally discovered my calling.

MY CALLING

No career or a specific path was imposed upon me, however my context unexpectedly managed to influence me. I had chosen to be an architect inspired by my father who since a young age had loved to do technical drawings and was really talented at it. I remember being delighted by hearing his stories about his tools, how much he took care of them and how he was dreaming about becoming an architect or engineer. Sadly though these dreams never came true because of the struggles he was facing at that moment.  

After I graduated from architecture school, I took a job I had not been expecting. Up until that time, I had continued to let myself get carried away by the “good guidance” my family, professors and close friends offered me to make my major life decisions. However, when I chose lighting design as a career I had no clue about what I would be facing but I was still happy to take the risk. While researching the industry, I read an intriguing article that helped me to make that decision.

I felt inspired by how powerfully the perception of a building changes with light. I read how some people prevented several heritage buildings from being demolished in New York by lighting them up and doing an ephemeral intervention.

That article brought me memories of when I was an exchange student in Buenos Aires and I decided to follow the schedule which my origin University had given to me and not to be “distracted” by a lighting design course I wanted to take but I couldn’t apply to my major later. 

At that time, I didn’t have the courage to follow my intuition and years later I realized that class had been given by a really talented lighting designer Eli Sirlin. When I found that out, I regretted getting carried away by what I believed were my daily obligations and not following my intuition.

THE JOURNEY

After so many signs, I decided to allow my intuition to lead my decisions, and I applied for a postgraduate spot at UPC Universitat Politècnica de Catalunya, where I got in and also met my mentor. During my time at UPC, I remember being captivated by my mentor’s way of understanding light, her passion about her projects, her continuous way to challenge us as students, and her studio which was always full of drawings, luminaires and materials for testing. 

Looking back to those days, in my mind remains the image of her carry-on in a spot of her studio close to the door, and my mind wondering where her next destination would be. Her busy schedule and her ability to have everything on time. Her smile after classes when she used to put her helmet on and rode her bike back home. Her good sense of humor and how she found time to share a couple of beers with us after a tough project delivery during my internship. Moments in which she used to share some of her adventures as her car trip around the USA as a deserved closure after her Master studies. And how to forget, her thoughtful presents, some of my first lighting design books which nowadays I keep as my treasure.

I remember being struck by her full sense of self, and extreme confidence. She seemed to move so easily in the world, jumping between German and English with clients then discussing lighting concepts and technical details in Spanish, and finally explaining to us some key points of a lighting competition written in Catalán. I dreamed to be her.

PONDERING ON THE ROAD

Some years later, I met her again. We spoke for some minutes in the coffee shop of a lighting fair and then she invited me to have dinner. After that talk, I realized that she had intuited so much about myself during that short time back in Barcelona, things that took me years to see and many others to accept and internalize. Maybe it was because of her experience, but until now I am not sure of how she had the power to see through me. 

Even today, her words and thoughts keep me reflecting about my path as a professional and as a woman. All those moments had blended together between her classes, the projects in her studio, my classmates and that lovely city which is Barcelona, the first place where I really learnt to see the power and the magic of the light in a conscious way. To see the world with new eyes.

Beyond classes I believe that my learning environment was the city by itself, uncovering its secret spots, places which transformed between day, night and seasons. A city which dressed with light during special celebrations and with shadow in those narrow streets in the old town. A city which has the capacity to constantly amuse travellers and citizens.

NIGHT-TIME TRAVELLER

After reflecting on my journey, I realize how important a sense of freedom through travel has been in my life, both as a professional and as a woman. I am still shy and I feel panic from public speaking, among other fears. But despite all those fears and my tendency to overthink, I have been cultivating a sense of possibility that allows me to dare to do things despite fear; and to know that even in the darkest moment I can still find light in myself.

I have been cultivating a sense of possibility that allows me to dare to do things despite fear. And to know that even in the darkest moment I can still find light in myself.

Going back to the time I spent in Barcelona, there was when I started travelling alone by choice, and also with classmates and friends just chasing the light. That was when I realized I was a Night-time Traveller. I spent my travels observing cities at night, guided by cosy warm lights or joyful colored lighting, finally, enjoying the night in another way. For me, discovering the cities at night has finally given me the freedom I had been looking for so long.

Night-time traveller

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