NUEVA YORK: MÁS ALLÁ DE LAS LUCES CEGADORES

EL COLOR DE LA NOCHE NO SÓLO LO DAN LAS VALLAS PUBLICITARIAS

Más allá de las famosas luces cegadoras y las calles concurridas de Times Square, Nueva York tiene una increíble variedad de lugares para explorar por la noche y, créalo o no, algunos espacios urbanos pueden ser realmente tranquilos y pacíficos.

Nueva York ofrece desde coloridas intervenciones efímeras, que aportan un sentimiento extra de inspiración, hasta parques locales donde principalmente residentes y algunos turistas perdidos, como yo, pasan su tiempo libre viendo increíbles atardeceres durante el verano y el perfil urbano de la ciudad reflejado en el agua desde rincones instagrameables con el sonido del río como banda sonora.

Instalación temporal “From Sea to Shining Sea”

La ciudad de Nueva York tiene una increíble variedad de ambientes naturales mezclados con los mejores servicios y bienes que una ciudad puede ofrecer y todo esto se puede encontrar a solo unas cuadras de distancia. En uno de mis paseos después de bajarme en una estación de metro al azar en Brooklyn, me encontré hipnotizada por luciérnagas escondidas en algunos rincones de Harbor View Land cerca del antiguo Pier 1. Esas hermosas luciérnagas me trajeron recuerdos de mi infancia cuando perdía el sentido del tiempo admirando los destellos de luz de estos pequeños y poderosos insectos en la casa de mis abuelos en el campo colombiano.

Después de muchas caminatas aleatorias e imprevistas, descubrí lo fácil que es perder el sentido del tiempo en Nueva York, especialmente durante el verano. Desde mi punto de vista, los entornos urbanos son los mejores lugares para involucrarse con la interminable oferta de actividades de la ciudad y perderse entre una lista de lugares atractivos para continuar explorando un parque más. Al disfrutar de Nueva York como una peatona durante la noche, te sientes cautivada, esquina tras esquina, por hermosos rincones llenos de colores, texturas, sombras y luces.

DESCUBRIENDO LA NOCHE NUEVA YORK

Debo admitir que la primera vez que visité Nueva York no conecté con esa sensación general de estar en la ciudad más emocionante del mundo. Pero el verano de 2022 fue diferente. Mi tiempo en la ciudad fue más largo que la primera vez y mi aprecio por Nueva York creció lenta pero constantemente.

En uno de los artículos de ARUP sobre la noche urbana, leí el concepto de “capas de experiencia”*, pero no fue hasta este viaje que pude entender el significado de este concepto. Para entenderlo hay que sentir vívidamente la experiencia urbana. Para mí, las “capas de experiencia” pueden resumir mi tiempo en Nueva York. Con cada paseo y recorrido nocturno por la ciudad, poco a poco me permití sumergirme en la esencia de la ciudad a través de todos mis sentidos. Me sentí conectada con ese sentimiento energético que te hace querer más, y Nueva York siempre da más.

Este verano de 2022 encontré en Nueva York un lugar que volvió a despertar mi curiosidad por la noche urbana. Después de un encierro realmente largo y casi insoportable, este fue mi primer viaje al extranjero. Mientras caminaba tratando de adentrarme en la verdadera esencia de Nueva York, redescubrí mi esencia, ese impulso interior que había sido minimizado por los largos períodos que me obligaban a estar bajo techo.

…recuerdo caminar a un ritmo más lento… el sonido del río se hizo más fuerte que las conversaciones de la gente y muchos edificios desaparecieron tranquilamente a medida que se oscurecía, solo para permitir que los lugares más emblemáticos brillaran.

Siempre he creído que descubrir una ciudad caminando es un viaje íntimo. El acto de caminar revela la esencia de la ciudad y da una mirada a cómo vive su ciudadanía y se conecta con el mundo que la rodea. Caminar por las ciudades de noche te brinda una sensación de intimidad más profunda ya que debes dejar de depender solo de tu vista para conectarte más con tus otros sentidos. No tengo recuerdos claros de las caras de las personas. En mi mente, la mayoría de los rostros son imágenes borrosas casi todos cubiertos por sombras, pero recuerdo caminar a un ritmo más lento durante la noche que durante el día, el sonido del río se hizo más fuerte que las conversaciones de la gente y muchos edificios desaparecieron tranquilamente a medida que se oscurecía, solo para permitir que los lugares más emblemáticos brillaran.

Como Dolly Parton se refiere al sentimiento que experimenta estando en el estrellato “… más que un lugar, era un sentimiento, era una fantasía, era un mundo que vivía dentro de mi propia cabeza y dentro de mi propio corazón”* esta es la sensación que despertó la noche urbana de Nueva York en mí. Cuando caminaba en espacios urbanos al anochecer, todo el entorno, incluidos los extraños, se convirtieron en parte de la historia que escribía en mi mente mientras caminaba.

UNA NOCHE SIEMPRE DIVERSA

Durante mis paseos nocturnos por la ciudad, exploré tres zonas de Nueva York: Manhattan, Brooklyn y Roosevelt Island, cada una con su propia identidad. En Manhattan encontré desde espacios coloridos como una instalación temporal llamada “From Sea to Shining Sea” entre los muelles 16 y 17 hasta largas pasarelas paralelas al río Hudson, sobre una antigua vía férrea transformada en el High Line Park. Manhattan es un distrito que siempre está lleno de turistas, pero un lugar que todavía tiene algunos espacios íntimos que ofrecer, especialmente durante la noche.

Luego, en Brooklyn, encontré muchos parques llenos de lugareños, lo que me dio una idea de la vida de vecindario lejos de las visitas turísticas habituales que se muestran en las redes sociales y los blogs de viajes. Aunque Brooklyn cuenta con muchas atracciones turísticas, aún se percibe un sentido de comunidad. Durante los fines de semana se puede encontrar familias haciendo picnics al final de la tarde y personas leyendo libros en bancos a lo largo del paseo marítimo del East River con el horizonte de Manhattan como telón de fondo durante las puestas de sol.

Laberinto exploratorio en Brooklyn Bridge Park Pier 3

Además, puedes encontrar espacios urbanos inusuales como el llamado laberinto exploratorio en Brooklyn Bridge Park Pier 3. Un lugar urbano que invita a descubrir pequeños espacios desde comedores urbanos hasta una “habitación” de espejos para jugar con tus amigos o solo entretenerte con tus reflejos. Brooklyn es un distrito al que definitivamente me encantaría volver.

Por último, pero no menos importante, explorar Roosevelt Island fue una experiencia muy alejada de lo que esperaba sentir en Nueva York. Comenzando por el Tranvía que te brinda una vista panorámica del Upper East Side de Manhattan hasta las tranquilas calles que rodean la Isla desde donde puedes tener unas vistas increíbles del paisaje de la ciudad cuando cae la noche.

Uno de los lugares que me cautivó fue “The Girl Puzzle Monument Honring Nellie Bly” que se encuentra al lado de Roosevelt Island Light House. Este es un lugar donde puedes desafiar tu sentido del espacio, probar una perspectiva diferente y jugar con los reflejos. Como una adulta joven que disfruta de la noche, descubrí que los espacios urbanos de Nueva York son mi patio de recreo favorito.

Como una adulta joven que disfruta de la noche, descubrí que los espacios urbanos de Nueva York son mi patio de recreo favorito.

REGRESAR

Al final, Nueva York ofrece una variedad de lugares que puedes explorar según tu estado de ánimo y espíritu de aventura. Es una ciudad que nunca duerme y tiene tanto que ofrecer de noche como de día o incluso más. Estoy segura que descubrí solo unos pocos lugares de todo lo que Nueva York tiene para ofrecer. Ciertamente, es una ciudad a la que quiero volver y poder quedarme más tiempo para caminar y permitirme perderme en la ciudad.

Espero que este blog encuentre personas con las que pueda compartir esta búsqueda continua por explorar lugares urbanos de noche y en algún momento tener una comunidad de Viajeras Nocturnas. Por ahora, comencemos compartiendo, ¿cuál es tu lugar nocturno favorito en Nueva York?

Viajera nocturna

*Nota: Traducción de la autora

AYÚDANOS A CRECER ESTA COMUNIDAD

Si te gustó esta historia, comparte esta publicación y ayúdanos a agregar más personas a nuestra comunidad. O déjanos un comentario con tus historias nocturnas, temas de los que quieres que hablemos o comparte con nosotros tus pensamientos sobre las ciudades nocturnas.

Comparte tu propio viaje con nosotras #iamanighttimetraveller 

NEW YORK: BEYOND THE BLINDING LIGHTS

THE COLOUR OF THE NIGHT IS NOT ONLY GIVEN BY SHINING BILLBOARDS

Beyond Times Square’s renowned blinding lights and crowded streets, New York has a fantastic variety of places to explore at night, and believe it or not some urban spaces can be calming and peaceful. 

New York offers from colourful ephemeral interventions, which bring an extra inspiring feeling, to local parks where mainly residents and some lost tourists, such as myself, spend their leisure time seeing amazing sunsets during the summertime and the city’s skyline reflected on the water from instagrammable spots with the sound of the river as a soundtrack.

Temporal installation “From Sea to Shining Sea”

New York City has an amazing variety of natural environments mixed with the best services and goods a city can offer and all of this can be found just some blocks apart. On one of my walks after getting off at a random metro station in Brooklyn, I found myself mesmerized by fireflies hidden in some corners of the Harbor View Land close to the old Pier 1. Those beautiful fireflies brought me memories of my childhood when I lost the sense of time admiring the flashes of light of these small and powerful insects at my grandparents’ house in the countryside in Colombia.

After many random and unplanned walks, I discovered how easy it is to lose the sense of time in New York, especially during the summertime. From my perspective, the urban environments are the best places to engage with the city’s endless offer of activities and get lost between a list of catching places to continue exploring one park more. By enjoying New York as a pedestrian during the night falls, you feel captivated, corner after corner, by gorgeous spots full of colours, textures, shadows and light. 

DISCOVERING NYC AT NIGHT

I have to admit, the first time I visited New York I didn’t connect with that general feeling of being in the most exciting city in the world. But the summer of 2022 was different. My time in the city was longer than the first time and my appreciation of New York grew slowly but constantly.  

In one of ARUP’s articles about the urban night, I read the concept of “layers of experience” but wasn’t until this trip, that I could get the meaning of this concept. To understand it, you have to vividly feel the urban experience. For me,  the “layers of experience” can summarize my time in New York. With each walk and journey through the city at night, I slowly allowed myself to get immersed in the city’s essence through all my senses. I felt connected with that energetic feeling that makes you want more, and New York always gives more.

This summer of 2022, I found in New York a place which aroused my curiosity about the urban night again. After a really long and almost unbearable lockdown, this was my first trip abroad. While I was walking trying to get into New York’s true essence, I rediscovered my essence, that inner impulse which had been minimized by the long periods I was forced to be indoors.

I remember walking at a slower pace…the sound of the river becoming louder than people’s conversations and many buildings quietly disappeared as it got dark, only to allow the most iconic landmarks to shine through.

I have always believed that discovering a city by walking is an intimate journey. The act of walking unveils the city’s core and gives a glance at how its citizens dwell and connect with the world around them. Walking the cities at night gives you a deeper sense of intimacy since you must stop relying just on your sight to connect more with your other senses. I have no clear memories of people’s faces. In my mind, most faces are blurry images mostly covered by shadows, but I remember walking at a slower pace at night than during the day, the sound of the river becoming louder than people’s conversations and many buildings quietly disappeared as it got dark, only to allow the most iconic landmarks to shine through.

As Dolly Parton refers to the feeling she experiences being at stardom “…more than a place, it was a feeling, it was a fantasy, it was a world that lived with inside of my own head and inside my own heart” this is the feeling that the urban night of New York woke up in me. When I walked in urban spaces at dusk, the entire environment, including strangers, became part of the story that I wrote in my mind as I walked.

AN ALWAYS DIVERSE NIGHT

During my night walks in the city, I explored three areas of New York: Manhattan, Brooklyn and Roosevelt Island, each one with its own identity. In Manhattan, I found from colourful spaces such as a temporal installation called “From Sea to Shining Sea” between Pier 16 and 17 to long catwalks parallel to the Hudson River, over an old railway transformed into the High Line Park. Manhattan is a borough that is always full of tourists but a place which still has some intimate spaces to offer, especially at night.

Then in Brooklyn, I found many parks full of locals which gave me a sense of neighborhood life far from the usual sightseeing shown on social media and travel blogs. Although Brooklyn has many tourist attractions, there is still a sense of community. On weekends you can find families having picnics in the late afternoon and people reading books on benches across the waterfront of the East River with Manhattan’s skyline as the backdrop during the sunsets.

Exploratory Labyrinth at Brooklyn Bridge Park Pier 3

Also, you can find unusual urban spaces such as the so-called exploratory labyrinth at Brooklyn Bridge Park Pier 3. An urban place that invites you to discover small spaces from urban dining rooms to a “room” of mirrors to play with your friends or just entertain yourself with your reflections. Brooklyn is a borough that I would definitely love to return to.

Last but not least, exploring Roosevelt Island was an experience far from what I was expecting to feel in New York. Starting with the Tramway that gives you a panoramic view of the Upper East Side of Manhattan until the quiet streets that surround the Island from where you can have amazing views of the city landscape when the night falls.

One of the places that captivated me was “The Girl Puzzle Monument Honoring Nellie Bly” which is located next to the Roosevelt Island Light House. This is a place where you can challenge your sense of space, try a different perspective and play with reflections. As a young adult that enjoys nighttime, I found New York urban spaces as my favourite playground.

As a young adult that enjoys nighttime, I found New York urban spaces as my favourite playground.

COME BACK

In the end, New York offers a variety of places that you can explore according to your mood and spirit of adventure. It is a city that never sleeps and has as much to bring at night as during the daytime or even more. I am sure I discovered only a few places of all that New York has to offer. For sure, this is a city I want to return to and be able to stay for a longer time just to walk and allow myself to get lost in the city.

I hope this blog finds people with who I can share this continuous search for exploring urban places at night and at some point have a Nighttime Travellers’ community. By now let’s start by sharing, what is your favourite night spot in New York?

Night-time traveller

HELP US GROWING THIS COMMUNITY

If you enjoyed this story, please share this post and help us to add more people to our community. Or leave us a comment with your night-time stories, topics you want us to talk about or share with us your thoughts about the night-time cities

Share your own journey with us #iamanighttimetraveller 

ENCONTRANDO LIBERTAD AL VIAJAR

MUJERES DE MUNDO

Recientemente, estuve escuchando el podcast de Michelle Obama, y si has estado leyendo este blog probablemente te has dado cuenta que soy una gran admiradora de ella. Las palabras de Michelle Obama me llevaron de vuelta a las mujeres de mi vida a quienes he considerado mis mentoras, quienes nunca tuvieron el título de mentora a pesar que me escucharon, guiaron y apoyaron en momentos importantes de mi camino. Luego de reflexionar un poco sobre sus palabras y personalidades, me di cuenta que lo común entre ellas es que eran, lo que yo considero, mujeres de mundo.

Ciertamente ser una mujer de mundo es un título que han ganado no solo porque disfrutan viajar por placer, sino porque también viajan por negocios o por aprendizaje. Para ellas, el acto de viajar es más que relajación y lindas fotos en lugares encantadores. De cierta manera, cuando viajan se dejan impregnar por otras culturas y reflexionan sobre sí mismas. 

Además, han construido sus propios estudios, aportando una nueva visión a sus ecosistemas locales y con ello han inspirado a otras jóvenes como yo a tomar el control de sus carreras, a aprovechar al máximo el mundo y a encontrar oportunidades para devolver una parte de sí mismas a las comunidades que las rodean.

Cuando las conocí, vi una libertad en su mirada que no había visto antes en otras mujeres. Noté ese sentimiento de independencia que solo había sentido la primera vez que estudié en el extranjero. Una de estas mentoras que menciono, fue mi primera profesora de diseño de iluminación en la UPC de Barcelona, durante mis estudios como estudiante de posgrado y luego mi jefe cuando hice una pasantía en su estudio. Aunque no fue mi primera mentora, la conocí en un momento de mi vida en el que finalmente había descubierto mi vocación.

MI VOCACIÓN

Nunca se me impuso alguna carrera o un camino específico, sin embargo mi contexto logró influenciarme inesperadamente. Había elegido ser arquitecta inspirada por mi padre, que desde joven había amado hacer dibujos técnicos y era realmente talentoso en ello. Recuerdo haberme deleitado escuchando sus historias sobre sus herramientas, lo mucho que las cuidaba y cómo soñaba con convertirse en arquitecto o ingeniero. Desafortunadamente, estos sueños nunca se hicieron realidad debido a las dificultades que él estaba enfrentando en ese momento.  

Después de graduarme de arquitectura, acepté un trabajo que no esperaba. Hasta ese momento, me había dejado llevar por la “buena guía” que me ofrecían mi familia, profesores y amigos cercanos para tomar las decisiones importantes de mi vida. Sin embargo, cuando elegí diseño de iluminación como carrera, no tenía ni idea a qué me enfrentaría, pero aún así estaba feliz de tomar el riesgo. Mientras investigaba el medio, leí un interesante artículo que me ayudó a tomar esa decisión.

Me sentí inspirada por el poder que tiene la luz para cambiar la percepción de un edificio. Leí cómo algunas personas detuvieron la demolición de varios edificios patrimoniales en Nueva York al iluminarlos y hacer una intervención efímera.

Ese artículo me trajo recuerdos de cuando era estudiante de intercambio en Buenos Aires y decidí seguir el cronograma que me habían dado en mi Universidad de origen y no dejarme “distraer” por un curso de diseño de iluminación que quería tomar pero el cual no podría homologar después.

En ese momento, no tuve el coraje de seguir mi intuición y años después me di cuenta que la clase la daba una diseñadora de iluminación realmente talentosa Eli Sirlin. Cuando me enteré de eso, lamenté dejarme llevar por lo que creía que eran mis obligaciones diarias y no seguir mi intuición.

EL VIAJE

Después de todos las señales y guiada por mi intuición, apliqué al posgrado y conseguí un lugar en la UPC -Universitat Politècnica de Catalunya-, lugar donde conocí a mi mentora. Durante mi paso por la UPC, recuerdo que me cautivaba la forma en que mi mentora entendía la luz, su pasión por sus proyectos, su continua forma de desafiarnos como estudiantes y su estudio siempre lleno de dibujos, luminarias y materiales para probar.

Volviendo la mirada a esos días, en mi mente permanece la imagen de su equipaje de viaje en un lugar de su estudio cerca de la puerta, y mi mente preguntándose cuál sería su próximo destino. Su apretada agenda y su capacidad para tener todo a tiempo. Su sonrisa después de clases cuando solía ponerse el casco y montaba en bicicleta de regreso a casa. Su buen sentido del humor y cómo encontraba tiempo para compartir un par de cervezas con nosotras después de una ardua entrega durante mi pasantía. Momentos en los que solía compartir algunas de sus aventuras como su viaje en auto por Estados Unidos como un merecido cierre tras sus estudios de Máster. Y cómo olvidar, sus atentos regalos, algunos de mis primeros libros de diseño de iluminación que hoy guardo como mi tesoro.

Recuerdo que me impresionaba su pleno sentido de sí misma y su extrema confianza. Parecía moverse con tanta facilidad en el mundo, saltando entre alemán e inglés con los clientes de su estudio, luego discutía conceptos de iluminación y detalles técnicos en español y finalmente nos explicaba algunos puntos clave de un concurso de iluminación escrito en catalán. Yo soñaba ser ella.

REFLEXIONANDO EN EL CAMINO

Algunos años después, la volví a ver. Hablamos unos minutos en la cafetería de una feria de iluminación y luego me invitó a cenar. Después de esa charla me di cuenta que ella había intuido mucho sobre mí durante ese corto tiempo en Barcelona, cosas que me tomaron años ver y otros tantos aceptar e interiorizar. Tal vez era debido a su experiencia, hasta ahora no estoy segura del por qué de su poder para leerme. 

Incluso hoy, sus palabras y reflexiones me hacen cuestionarme sobre mi camino como profesional y como mujer. Cuando vuelvo a esos momentos tengo recuerdos mezclados entre sus clases, los proyectos de su estudio, mis compañeros y esa hermosa ciudad que es Barcelona, el primer lugar donde realmente aprendí a ver el poder y la magia de la luz de manera consciente. A ver el mundo con nuevos ojos.

Más allá de las clases creo que mi entorno de aprendizaje fue la ciudad en sí misma, descubriendo sus espacios escondidos, lugares que se transformaban entre el día, la noche y las estaciones. Una ciudad que se vestía de luz en las celebraciones especiales y de sombra en las estrechas calles del casco antiguo. Una ciudad que tiene la capacidad de sorprender constantemente a viajeros y ciudadanos.

VIAJERA NOCTURNA

Después de reflexionar sobre mi camino, me doy cuenta de lo importante que ha sido en mi vida la sensación de libertad que he descubierto a través de los viajes, tanto como profesional, como mujer. Sigo siendo tímida y siento pánico al hablar en público, entre otros miedos. Pero a pesar de todos mis miedos y mi tendencia a pensar demasiado cada decisión, he estado cultivando un sentido de posibilidad que me permite atreverme a hacer cosas a pesar del miedo. Y saber que incluso en el momento más oscuro puedo encontrar mi propia luz.

He estado cultivando un sentido de posibilidad que me permite atreverme a hacer cosas a pesar del miedo. Y saber que incluso en el momento más oscuro puedo encontrar mi propia luz.

Volviendo al tiempo que pasé en Barcelona, allí fue cuando comencé a viajar sola por elección y también con compañeras y amigas sólo persiguiendo la noche. Fue entonces cuando me di cuenta que era una viajera nocturna. Pasé mis viajes observando ciudades de noche, guiada por acogedoras luces cálidas o alegres luces de colores, finalmente, disfrutando de la noche de otra manera. Para mí, descubrir las ciudades durante la noche me dio la libertad que había buscado durante tanto tiempo.

Viajera nocturna

AYÚDANOS A CRECER ESTA COMUNIDAD

Si te gustó esta historia, comparte esta publicación y ayúdanos a agregar más personas a nuestra comunidad. O déjanos un comentario con tus historias nocturnas, temas de los que quieres que hablemos o comparte con nosotros tus pensamientos sobre las ciudades nocturnas.

Comparte tu propio viaje con nosotras #iamanighttimetraveller 

FINDING FREEDOM WHEN TRAVELING

WOMEN OF THE WORLD

I was listening to Michelle Obama’s podcast recently, and if you have been reading this blog you have probably realized I am a big fan of hers. Michelle Obama’s words brought me back to the women in my life who I have considered to be my mentors, who never had the title of mentor despite they listening, guiding and supporting me, at important moments in my journey. After some reflection about their words and personalities, I realized that the common thing among them was that they were, what I consider, women of the world.

Certainly being a woman of the world is a title they have gained not just because they enjoy travelling for pleasure, but because they also travel for business or learning. For them, the act of travelling is more than relaxation and pretty pictures at lovely spots. In certain ways when they travel they allow themselves to be permeated by other cultures and reflect about themselves. 

Also, they have built their own studios, bringing a new vision to their local ecosystems and with that, they have inspired other young women like me to take control of their careers, make the most of the world and find opportunities to give back a part of themselves to the communities around them.

When I met them, I saw a freedom in their gaze that I haven’t seen before in other women. I noticed that feeling of independence, which I only had felt a hint of, the first time I studied abroad. One of the mentors I am talking about was my first professor of lighting design at UPC in Barcelona, during my studies as a postgraduate student, and later my boss when I did an internship at her studio. Although she was not my first mentor, I met her at a time in my life when I had finally discovered my calling.

MY CALLING

No career or a specific path was imposed upon me, however my context unexpectedly managed to influence me. I had chosen to be an architect inspired by my father who since a young age had loved to do technical drawings and was really talented at it. I remember being delighted by hearing his stories about his tools, how much he took care of them and how he was dreaming about becoming an architect or engineer. Sadly though these dreams never came true because of the struggles he was facing at that moment.  

After I graduated from architecture school, I took a job I had not been expecting. Up until that time, I had continued to let myself get carried away by the “good guidance” my family, professors and close friends offered me to make my major life decisions. However, when I chose lighting design as a career I had no clue about what I would be facing but I was still happy to take the risk. While researching the industry, I read an intriguing article that helped me to make that decision.

I felt inspired by how powerfully the perception of a building changes with light. I read how some people prevented several heritage buildings from being demolished in New York by lighting them up and doing an ephemeral intervention.

That article brought me memories of when I was an exchange student in Buenos Aires and I decided to follow the schedule which my origin University had given to me and not to be “distracted” by a lighting design course I wanted to take but I couldn’t apply to my major later. 

At that time, I didn’t have the courage to follow my intuition and years later I realized that class had been given by a really talented lighting designer Eli Sirlin. When I found that out, I regretted getting carried away by what I believed were my daily obligations and not following my intuition.

THE JOURNEY

After so many signs, I decided to allow my intuition to lead my decisions, and I applied for a postgraduate spot at UPC Universitat Politècnica de Catalunya, where I got in and also met my mentor. During my time at UPC, I remember being captivated by my mentor’s way of understanding light, her passion about her projects, her continuous way to challenge us as students, and her studio which was always full of drawings, luminaires and materials for testing. 

Looking back to those days, in my mind remains the image of her carry-on in a spot of her studio close to the door, and my mind wondering where her next destination would be. Her busy schedule and her ability to have everything on time. Her smile after classes when she used to put her helmet on and rode her bike back home. Her good sense of humor and how she found time to share a couple of beers with us after a tough project delivery during my internship. Moments in which she used to share some of her adventures as her car trip around the USA as a deserved closure after her Master studies. And how to forget, her thoughtful presents, some of my first lighting design books which nowadays I keep as my treasure.

I remember being struck by her full sense of self, and extreme confidence. She seemed to move so easily in the world, jumping between German and English with clients then discussing lighting concepts and technical details in Spanish, and finally explaining to us some key points of a lighting competition written in Catalán. I dreamed to be her.

PONDERING ON THE ROAD

Some years later, I met her again. We spoke for some minutes in the coffee shop of a lighting fair and then she invited me to have dinner. After that talk, I realized that she had intuited so much about myself during that short time back in Barcelona, things that took me years to see and many others to accept and internalize. Maybe it was because of her experience, but until now I am not sure of how she had the power to see through me. 

Even today, her words and thoughts keep me reflecting about my path as a professional and as a woman. All those moments had blended together between her classes, the projects in her studio, my classmates and that lovely city which is Barcelona, the first place where I really learnt to see the power and the magic of the light in a conscious way. To see the world with new eyes.

Beyond classes I believe that my learning environment was the city by itself, uncovering its secret spots, places which transformed between day, night and seasons. A city which dressed with light during special celebrations and with shadow in those narrow streets in the old town. A city which has the capacity to constantly amuse travellers and citizens.

NIGHT-TIME TRAVELLER

After reflecting on my journey, I realize how important a sense of freedom through travel has been in my life, both as a professional and as a woman. I am still shy and I feel panic from public speaking, among other fears. But despite all those fears and my tendency to overthink, I have been cultivating a sense of possibility that allows me to dare to do things despite fear; and to know that even in the darkest moment I can still find light in myself.

I have been cultivating a sense of possibility that allows me to dare to do things despite fear. And to know that even in the darkest moment I can still find light in myself.

Going back to the time I spent in Barcelona, there was when I started travelling alone by choice, and also with classmates and friends just chasing the light. That was when I realized I was a Night-time Traveller. I spent my travels observing cities at night, guided by cosy warm lights or joyful colored lighting, finally, enjoying the night in another way. For me, discovering the cities at night has finally given me the freedom I had been looking for so long.

Night-time traveller

HELP US GROW THIS COMMUNITY

If you enjoyed this story, please share this post and help us to add more people to our community. Or leave us a comment with your night-time stories, topics you want us to talk about or share with us your thoughts about the night-time cities

Share your own journey with us #iamanighttimetraveller 

LA NOCHE Y NOSOTRAS

MUJERES EN LA NOCHE

Desde temprana edad asociamos la capacidad de aprender a caminar con el sentido de libertad. Esos primeros pasos alrededor de nuestro primer año de vida son señales de independencia, ese poder que sentimos al ser capaces de explorar el mundo que nos rodea por nosotros mismos. Caminar nos da una sensación de libertad que permanece con nosotros durante toda nuestra vida.

Al comienzo de nuestra vida, seamos niños o niñas, nos animan a aprender a caminar por nuestros hogares y a explorar, con ciertas precauciones, el mundo que se abre a nuestro alrededor. Luego llevamos esos pasos a espacios al aire libre, donde aprendemos a caminar en un ambiente menos controlado y luego a correr, algo que finalmente podemos hacer en espacios compartidos como parques o plazas.

Con el paso del tiempo, esa sensación de libertad inicia a verse diferente dependiendo de nuestro género. Como mujeres, comenzamos a escuchar frases como “no debes caminar sola por la noche”, “debes evitar usar ropa provocativa”. Esas frases pueden ser más o menos extremas entre países como resultado de construcciones sociales que luego se traducen en normas y límites.

UNA HISTORIA COMPARTIDA

En mi juventud comencé a ser consciente de esa diferencia entre mujeres y hombres. Al principio, no estaba segura si ese sentimiento era solo mi propia construcción, por mi timidez o por el hecho de crecer en un colegio católico donde las normas eran muy claras sobre “cómo debe comportarse correctamente una dama”, refiriéndose a no dar su opinión si no se la pedían, no hablar, no ser tan ruidosa o exigente, y entre todos esos “NO”, no salir sola durante la noche.

Pero luego descubrí que el miedo a la noche era un sentimiento compartido. Ese sentimiento se volvió recurrente en los comentarios de amigas cercanas y otras mujeres que conocí a lo largo de mi camino. Y más recientemente, en palabras de otras mujeres que aunque no conozco en persona, puedo conectar con sus sentimientos al leer sus historias en una encuesta piloto que hice, tratando de indagar más profundamente sobre las raíces de ese sentimiento compartido. Después de todo, la mayoría de nosotras fuimos instruidas con ese miedo a la noche y en una cultura lista para hacer comentarios excluyentes hacia las mujeres que se atrevieran a disfrutar de la noche.

Visualización de datos de la respuesta a la pregunta: Define en una palabra el primer sentimiento que viene a tu mente, cuando exploras una ciudad durante la noche

Incluso mujeres a las que admiro profundamente por su sentido de libertad y empoderamiento, como Michelle Obama, han hablado de ese sentimiento. En su libro “Becoming”, ella escribió “sabía que nunca debía caminar sola durante la noche” refiriéndose a sus primeros pasos de libertad al caminar y encontrar su propio espacio en la ciudad de Chicago cuando era una adolescente. En esa parte del libro, ella también habla de esa necesidad de evitar a los grupos de hombres y sus miradas intimidantes. Pasos como tantos otros que se supone debemos seguir para no estar expuestas en la noche urbana.

TAN INVISIBLES COMO SEA POSIBLE

Después de un tiempo de explorar ese sentimiento conjunto de miedo y mis propios sentimientos, llegué a la conclusión que, como mujeres hemos estado tratando de ser lo más invisibles que se pueda durante la noche urbana. Quizás como un sentido de autoprotección. Una forma de recordar esas normas de comportamiento que la sociedad nos ha impuesto, todas estas, para evitar el acoso, porque sabemos que si nos atacan, la sociedad nos va a culpar por provocar estas situaciones, esto es algo que continuamente vemos en nuestro contexto.

Me di cuenta que la forma en que nos movemos, la velocidad de nuestros pasos, las emociones que ponemos en los recorridos urbanos, de repente se volvieron controlados y supervisados por ojos externos cuando somos mujeres. Y esos ojos están preparados para juzgarnos si algo desafortunado nos pasa. Con esta situación, como mujeres, tomamos conciencia que nuestro género, esa construcción social, en lugar de incluirnos o integrarnos a la sociedad, ha contribuido a limitar nuestra interacción con los espacios públicos debido a esos prejuicios.

Me di cuenta que la forma en que nos movemos, la velocidad de nuestros pasos, las emociones que ponemos en los recorridos urbanos, de repente se volvieron controlados y supervisados por ojos externos cuando somos mujeres.

Entonces, ¿qué sucede cuando esa señal básica de libertad parece disminuida por los patrones culturales y limita la forma en que las mujeres exploran los entornos al aire libre en comparación con los hombres? ¿Por qué nuestras posibilidades de explorar el mundo deberían verse afectadas solo porque somos mujeres? Parece que si somos mujeres nos vemos obligadas a pasar el tiempo en casa cuando comienza la noche, si queremos sentirnos seguras.

ENCONTRANDO NUESTRO ESPACIO EN LA NOCHE

Desde mi propia experiencia, creo que no debemos permitir que la sociedad determine la forma en que exploramos nuestras ciudades. Como mujeres, pertenecemos a la noche urbana tanto como los hombres. Podemos participar activamente en la construcción urbana, no solo en la física, sino en el imaginario urbano. No debemos cohibirnos de tomar esa clase que tanto nos gusta, solo porque es en la noche, y tenemos demasiado miedo de caminar solas durante la noche. Una mujer debe sentirse tan segura como se siente un hombre. No debemos dejar de disfrutar de esa película o evento cultural por la noche, por ningún motivo.

Podemos participar activamente en la construcción urbana, no solo en la física, sino en el imaginario urbano.

Realmente creo que la experiencia de haber viajado sola y haber podido disfrutar de la noche en una ciudad en el extranjero cuando tenía 19 años, en un lugar donde la sociedad no era tan conservadora como la mía, me dio ese sentido de libertad que me permitió moverme con más confianza en mis 20s. Aprendí que podía inscribirme a ese taller de escritura creativa que tanto quería hacer, que podía ir a tomar esas copas en el bar cerca de casa aunque estuviera sola y no conociera a nadie. Tuve la suerte de descubrir esas oportunidades, que me abrieron por completo el sentido a nuevas posibilidades.

Con esto quiero invitarlas a encontrar su espacio en la noche urbana. Sientanse libres de elegir la noche como un momento para tomar esas clases que tanto quieren, para aplicar a ese trabajo que realmente disfrutan o simplemente para divertirse. Como sociedad, debemos dejar de culpar a las mujeres por ser agredidas o por atreverse a disfrutar de las ciudades durante la noche, y en cambio promover ciudades más inclusivas, con menos limitaciones y más oportunidades. Debemos alentar a las niñas y mujeres a que encuentren su propio camino, su propio lugar, y se sientan libres de hacerlo en la noche urbana guiadas por su propia luz.

Viajera nocturna

AYÚDANOS A CRECER ESTA COMUNIDAD

Si te gustó esta historia, comparte esta publicación y ayúdanos a agregar más personas a nuestra comunidad. O déjanos un comentario con tus historias nocturnas, temas de los que quieres que hablemos o comparte con nosotros tus pensamientos sobre las ciudades nocturnas.

Comparte tu propio viaje con nosotras #iamanighttimetraveller 

THE NIGHT-TIME AND US

WOMEN AT NIGHT

Since we are children we associate the ability to learn walking with a sense of freedom. Those early steps around our first year of life are the signals of independence, that power of being able to explore the world around us by ourselves. Walking gives us a sense of freedom that stay with us during our whole life. 

At the beginning of our life, no matter if we are boys or girls we are encouraged to learn to walk through our homes and explore, with certain precautions, the world that opens around us. Then we carry those steps to the outdoor environments where we learn to walk in a less controlled environment, and after that to run, which we can finally do in shared spaces such as parks or squares. 

With the past of the time, that sense of freedom starts to look different because of our gender. As women, we start to hear statements as “you should not walk alone at night outside” “You have to avoid wearing provocative clothing”. Those statements can be more or less extreme between countries as a result of social constructions that translate in norms and boundaries.

A SHARED STORY

Around my youth, I started to be aware of that difference between women and men. In the beginning, I was not sure if that feeling was just my own construction because of my shyness or the fact that I grow up in a catholic school where the norms were very clear about “how a lady should properly behave”, referring to not to give her opinion if this was not asked, not to speak up, not to be so noisy or demanding, and among all those “NOTs”, not to go out outside alone at night.   

But, then I discovered that the fear to the night was a shared feeling. That feeling became recurrent in the comments of close friends, and other women that I met along my journey. And more recently, in the words of other women that even though I do not know in person, I could connect with their feelings when I read their stories in a pilot survey I did, trying to dig more deeply into the roots of that shared feeling. After all, most of us were raised with that fear to the night and in a culture which statements exclude women of enjoying the nighttime and which is prepared to judge us if we dare do it.

Data visualization of the answers to the question: Define in one word the first feeling that comes to your mind, when you explore a city at night

Even women which I deeply admire because of their sense of freedom and empowerment, like Michelle Obama, have spoken about that feeling. In her book Becoming, she wrote “I knew never to walk alone at night” referring to her first steps of freedom walking and finding her own space through Chicago’s city when she was a teenager. In that part of the book, she also talks about that need of avoiding groups of men and their intimidating stares. Steps like so many others that we are supposed to follow in order not to be exposed in the urban night.

AS INVISIBLE AS POSSIBLE

After a while of exploring that shared feeling of fear and my own feelings, I came to the conclusion, that as women we have been trying to be as invisible as possible in the urban night-time. We use this as a sense of self-protection; as a way to remember those behavioural norms that society has imposed upon us, in order to protect us from harassment, an also because we know if we are attacked, society is going to blame us for provoking these situations, this is something we continually see in our context.

I became aware, that the way we move, the speed of our pace, the emotions we put in the urban journeys suddenly became controlled and supervised by external eyes when we are women. And those eyes are prepared to judge us if a misfortune happens to us. With this situation, as women, we become aware that our gender, that social construction, instead of including or integrating us into society, has contributed to limit our interaction with public spaces due to those prejudices.

I became aware, that the way we move, the speed of our pace, the emotions we put in the urban journeys suddenly became controlled and supervised by external eyes when we are women.

So, what happens when that basic signal of freedom seem diminished by cultural patterns and limits the way women explore outdoor environments compared with men? Why should our possibilities of exploring the world should be affected just because we are women? It seems that if we are women we are forced to spend the time indoors when the night begins if we want to feel secure.

FINDING OUR OWN SPACE IN THE NIGHT-TIME

From my own experience, I believe we should not let society determine the way we explore our cities. As women, we belong to the urban night as much as men. We can actively participate in urban construction, not just the physical one, but the urban imaginary. We should not stop ourselves from taking that class we love just because it’s at night, and we are too afraid of walking alone at night. A woman should feel as safe as a man feels. We should not be kept from enjoying that movie, or cultural event at night, for any reason. 

As women, we belong to the urban night as much as men. We can actively participate in urban construction, not just the physical one, but the urban imaginary.

I certainly believe that the experience of travelling alone and being able to enjoy the night in a city abroad when I was 19, in a place where society was not as close-minded as mine gave me the sense of freedom that allowed me to move with more confidence in my 20s. I learned that I could sign up for that creative writing workshop I really wanted to do, that I could go for those drinks out in the bar on my way home even though I was alone and did not know anyone. I was lucky enough to discover those opportunities, which completely opened my sense to new possibilities.

With this, I want to invite you to find your space in the urban night-time. Feel free to choose the night as a moment to improve your educations skills, to take that job you really enjoy or just to have fun. As a society, we should stop blaming women for being attacked or for daring to enjoy the cities at night, and in change promote more inclusive cities with fewer limitations and more opportunities. Girls and women should be encouraged to find their own way, their own place, and feel free to do it at the urban night-time guided by their own light.

Night-time traveller

HELP US GROWING THIS COMMUNITY

If you enjoyed this story, please share this post and help us to add more people to our community. Or leave us a comment with your night-time stories, topics you want us to talk about or share with us your thoughts about the night-time cities

Share your own journey with us #iamanighttimetraveller 

SOMOS CIUDADANAS NOCTURNAS

MIEDO A LA NOCHE

Desde pequeña me enseñaron a temerle a la noche. La noche era ese momento del día en el que me debía resguardar y encontrar un lugar seguro en el cual protegerme. ¿Protegerme de qué? Aún no lo sabía. Protegerme de la noche era uno de esos conceptos abstractos que los adultos nombran, pero no describen. Así pasé mis noches de infancia en lugares privados, contenidos. Comenzó siendo mi casa, luego la casa de mis tíos; siempre con familia, nunca con extraños. 

Con los años la sociedad también se ocupó de reforzarme esta idea, durante la noche las mujeres estamos muy expuestas somos muy vulnerables y de acuerdo con esa misma sociedad, nosotras debemos evitar salir de noche solas. Esos fueron los supuestos con los que crecí. Así que durante mi juventud siempre elegí disfrutar las noches en cafés, restaurantes y al final en sitios de rumba con amigos. Siempre con gente conocida, nunca sola y menos en el espacio público.

Durante la noche las mujeres estamos muy expuestas somos muy vulnerables  y de acuerdo con esa misma sociedad, nosotras debemos evitar salir de noche solas.

Para mí, disfrutar de la noche en un espacio público se limitaba a momentos especiales de celebración, como juegos pirotécnicos o recorridos en diciembre viendo cómo rincones de la ciudad se transformaban en escenarios iluminados, como sacados de una postal. Pero igual en esos momentos, siempre estábamos pendiente de las “cosas malas que pueden ocurrir en la noche”. ¿Disfrutaba de estos momentos especiales? Claro que sí, pero siempre de una forma contenida, con un ritmo acelerado porque como solía decir mi familia “no era bueno estar tanto tiempo afuera durante la noche”.

Con el tiempo, esa noche urbana que me causaba curiosidad de niña y la cual espiaba desde las ventanas de mi casa, dejó de interesarme. Asumí que todo este miedo transmitido era real y que la noche en la ciudad sólo pertenecía a los bares, cafés, restaurantes y teatros. Y en realidad con eso me bastaba, igual no me estaba perdiendo de nada. Quería ser una buena niña, portarme bien y evitar esas situaciones complicadas que podrían lastimarme.

RE-ENCONTRANDO MI CURIOSIDAD POR LA NOCHE

Luego de unos años de universidad y en esos momentos de incertidumbre por el presente y el futuro, decidí hacer un cambio en mi rutina. Emprendí un viaje hacia otro país, sin considerar siquiera que nunca había vivido sola y mucho menos en otra ciudad que no fuera en la que nací. Mi visión fue bastante ingenua, pero al final gracias a esa ingenuidad emprendí mi primer viaje sola. 

En medio de todos los cambios que esa decisión trajo a mi día a día, el mayor cambio llegó en la noche. Sí, esa a la que tanto le temía. En mis largas caminatas sola, me perdí incontables veces por dejar de ver el mapa con las direcciones correctas y la ruta previamente elegida. Me dejé llevar por mi instinto y recorrí muchas calles sólo atraída por los colores de las fachadas, esas tiendas de artesanías locales o esos pequeños cafés y pastelerías que enamoran con los colores de su comida. ¿Quién no se ha dejado llevar por ese espíritu de turista al encontrar lugares tan ajenos, pero tan curiosos?

Entre todas esas veces que me perdí en la ciudad y en el tiempo, cuando llegaba la noche se despertaba mi instinto alerta para buscar un lugar seguro y me apresuraba a encontrar la estación del metro o parada del bus más cercana. Pero en esos recorridos comencé a ver cómo algunas personas disfrutaban ese momento de cambio, cuando comienza el atardecer y de pronto parecían caminar más despacio, con calma, algo en su rostro y su rutina cambiaba.

Cuando volví a sentir esa curiosidad por la noche que hace años había dejado de lado, comencé a notar cómo los más viejos se sentaban en las bancas del parque a contar esas historias de vidas pasadas con sonrisas pícaras como chiquillos. Esos parques entre luz tenue y sombras, era el escenario ideal para contar aquellas picardías. También, aquellos que salían del trabajo se sentaban en las terrazas a tomar un café para evitar el tumulto de la hora pico en el transporte público y darse una pausa luego de un día acelerado. En ese momento, yo estaba descubriendo que la noche estaba lejos de ser ese lugar aterrador que me dijeron que era.

LA MAGIA DE COMPARTIR LA NOCHE CON EXTRAÑOS

Y así poco a poco, me fui dando la libertad de perderme con más frecuencia en la ciudad, de quedarme hasta un poco más tarde en los parques y de sentarme en esas terrazas a ver cómo la gente disfrutaba de este espacio al que yo solía temerle. En ese momento me sentí a salvo estando lejos de casa, nadie podía juzgarme. En ese lugar las mujeres eran más libres y tan independientes. Yo admiraba esa confianza, esa misma que nunca había sentido en toda mi vida.

En esas noches como espectadora, encontré la magia de ver personajes muy diestros, mientras hacían alarde de su destreza al hacer malabares con fuego. Veía cómo la cara de los espectadores más cercanos se iluminaba con la luz que emitían estos artefactos de fuego, mientras los más alejados desaparecían en las sombras y sólo se hacían presentes cuando se escuchaban sus aplausos de admiración. Así descubrí que la noche también se disfruta con extraños, con historias urbanas compartidas.

No sólo los parques cambiaban, también lo hacía el resto de la ciudad. Los edificios históricos y los más emblemáticos se iluminaban delicadamente y los demás iban desapareciendo en las sombras. Era como si alguien hubiera decidido qué me era permitido ver y qué no. La ciudad era otra, pero no esa tenebrosa que imaginaba. Era sólo otra cara de ella misma, un poco más serena, un poco más pausada. Entre la luz y la sombra, la ciudad lograba resaltar sólo aquello que quería mostrar y ocultaba aquello que sólo le dejaba ver al día.

Luego de esa experiencia, comencé a sentir más confianza de viajar y estar sola en la ciudad. No sé cómo montar bicicleta, o manejar un carro, pero descubrí que puedo caminar las calles de las ciudades a mi propio ritmo y hacer mi propio camino. Así como lo hice, todos deberíamos permitirnos tener la libertad de explorar nuestras ciudades y encontrar nuestro lugar en la noche.

De esta historia como muchas otras, nace Nighttime traveller. Esta es una iniciativa que nos invita a explorar la noche urbana con otros ojos, a alejarnos de los prejuicios que nos llevan a evitar los espacios públicos durante la noche y en definitiva, a cambiar la percepción de inseguridad que nos hace caminar más rápido, estar a la defensiva y dirigir nuestra mirada al suelo mientras caminamos bajo la noche. Nighttime Traveller nos invita a habitar la noche, a transformar los espacios urbanos que recorremos cotidianamente y darles un nuevo significado.

No sé cómo montar bicicleta, o manejar un carro, pero descubrí que puedo caminar las calles de las ciudades a mi propio ritmo y hacer mi propio camino.

Finalmente, con esta primera historia los invito a despertar su curiosidad por los nuevos usos que le podemos dar al espacio público. Espero poder inspirarlos a través de las fotos e historias que les seguiré compartiendo sobre diferentes espacios urbanos durante la noche. Lugares en los que ciudadanas como nosotras experimentan la ciudad a través de ojos de turistas, esa mirada curiosa que olvidamos con la rutina. Y así, traigamos a la vida estos lugares que en la noche evitamos y comencemos a habitar la noche.

 Viajera nocturna

AYÚDANOS A CRECER ESTA COMUNIDAD

Si te gustó esta historia, comparte esta publicación y ayúdanos a agregar más personas a nuestra comunidad. O déjanos un comentario con tus historias nocturnas, temas de los que quieres que hablemos o comparte con nosotros tus pensamientos sobre las ciudades nocturnas.

Comparte tu propio viaje con nosotras #iamanighttimetraveller 

WE ARE ALL NIGHT CITIZENS OF THE WORLD

FEAR OF NIGHT-TIME

Since I was a little girl, I was taught to fear night. It was that moment of the day when I had to take shelter and find a safe place in which to protect myself. Protect me from what? I still didn’t know. Protecting myself from the night was one of those abstract concepts that adults name but don’t describe. So I spent my childhood nights in private, contained places. It started out at my house, then my relatives’ houses; always with family, never with strangers.

Over the years, society also reinforced that idea to me that, during night-time, girls and women are too exposed and too vulnerable, and according to society, we must avoid getting out at night alone. Those were the statements I grew up with. So, during my youth I always chose to enjoy the nights in cafes, restaurants and finally at clubs with friends. Always with people I knew, never alone and definitely not in a public space.

During night-time, girls and women are too exposed too vulnerable, and according to society, we must avoid getting out at night alone.

For me, enjoying the night in a public space was limited to special moments of celebration, such as fireworks or tours in December seeing how some corners of the city were transformed into illuminated settings, like something out of a postcard. But even in those moments, we were always aware of “the bad things that can happen at night.” Did I enjoy those special moments? Sure, but always in a contained way, with a fast pace because as my relatives used to say “be out so much time at night, it was not good”.

Over time, the temptation of the night that used to intrigue me as a child and which I was spying on from my house windows, ceased to interest me. I assumed that all this transmitted fear was real and that the idea of a night out in the city only belonged to the bars, cafes, restaurants and theaters. And actually that was enough for me, maybe I wasn’t missing anything. I wanted to be a good girl, behave myself and avoid those tricky situations from getting hurt.

RE-FINDING MY CURIOSITY FOR THE NIGHT

After a few years of university and in those moments of uncertainty about the present and the future, I decided to make a change in my routine. I undertook a trip to another country, without even considering that I had never lived alone, much less in another city that was not the one where I was born. My vision was quite naive, but in the end, thanks to that naivety, I started my first trip alone.

In the midst of all the changes that decision brought to my daily routine, the biggest change came at night. Yes, the one I was so afraid of. On my long walks alone, I got lost countless times for not seeing the map with the correct directions and the previously chosen route. I got carried away by my instincts and walked many streets only attracted by the colors of the facades, those local craft shops or those small cafes and pastry shops where you fall in love with the colors of their food. Who has not been carried away by that tourist spirit when finding places so strange, but so curious?

Among all those times that I got lost in the city and in time, when night came my alert instinct to look for a safe place was awakened and I hurried to find the nearest subway station or bus stop. But in those journeys, I began to see how some people enjoyed that moment of change when the sunset began and suddenly they seemed to walk more slowly, calmly, something in their face and their routine changed.

When I returned to feel that curiosity at night that I had put aside years ago, I began to notice how the older people sat on the park benches to tell those past life stories with mischievous smiles like children. Those parks between dim light and shadows, was the ideal setting to tell those mischief. Also, those who were leaving work sat on the terraces to have a coffee to avoid the tumult of rush hour in public transport and to take a break after a busy day. At that moment, I was finding by myself that night was far from being that scary place I was told.

THE MAGIC OF SHARING THE NIGHT WITH STRANGERS

And so little by little, I gave myself the freedom to lose myself more often in the city, to stay until a little later in the parks and to sit on those terraces to see how people enjoyed this space that I used to fear. At that moment I felt safe being away from home, nobody could judge me. In that place, girls and women were freer, so independent. I admired that confidence, that one that I had never felt before in my whole life.

On those nights as a spectator, I found the magic of seeing highly skilled characters, while flaunting their skills to juggle fire. I saw how the faces of the closest spectators lit up with the light emitted by those fire props, while those farther away disappeared into the shadows and only appeared when their applause of admiration was heard. This is how I discovered that the night is also enjoyed with strangers, with shared urban stories.

Not only did the parks change, so did the rest of the city. Historic buildings and the most emblematic ones were delicately illuminated and the others were disappearing into the shadows. It was as if someone had decided what I was allowed to see and what not. The city was different, but not the scary one that I imagined. It was just another side of itself, a little more serene, a little more leisurely. Between the light and the shadow, the city managed to highlight only what it wanted to show and hide what it only allowed us to see during the daytime.

After that experience, I started feeling more confident about travelling and being alone in the city. I do not know how to ride a bike or to drive a car, but I realized that I can walk the cities streets at my own pace and make my own road. So as I did, we should allow ourselves to have the freedom to explore our cities and find our space in the night. 

From this story like many others, Nighttime Traveller was born. This is an initiative that invites us to explore the urban night with different eyes, to get away from the prejudices that lead us avoiding public spaces at night and ultimately, to change the perception of insecurity that makes us walk faster, be defensive and direct our gaze to the ground as we walk through the night. Nighttime Traveller invites us to inhabit the night, to transform the urban spaces that we travel daily and give them a new meaning.

I do not know how to ride a bike or to drive a car, but I realized that I can walk the cities streets at my own pace and make my own road.

Finally, with this first story, I invite you to awaken your curiosity about the new uses that we can give to public space. I hope you get inspired by photos and stories that I will continue sharing about different urban spaces at night. Places in which citizens like us experience the city through tourists eyes, that curious look that we forget with routine. And so, let’s bring to life these places that we avoid at night and begin to experience the night.

Night-time traveller

HELP US GROWING THIS COMMUNITY

If you enjoyed this story, please share this post and help us to add more people to our community. Or leave us a comment with your night-time stories, topics you want us to talk about or share with us your thoughts about the night-time cities

Share your own journey with us #iamanighttimetraveller